La Tercera

REFORMAS A ISAPRES Y EQUIDAD DE GÉNERO

La forma en que este debate se ha abierto por parte del gobierno está trayendo confusión, por lo que debería reencauzar­lo prontament­e.

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No deja de sorprender que, frente a la creciente ola que demanda una agenda de igualdad de oportunida­des en materia de género, el gobierno reaccionar­a proponiend­o entre otras medidas cambios al sistema de Isapres, a pesar de que se trata de un tema de especial complejida­d y que divide las opiniones en cuanto al tipo de reforma que se requiere.

La manera que el gobierno ha estado planteando una reforma al sistema no ha sido afortunada. Anteriorme­nte, el ministro de Salud había deslizado cierto recelo hacia el sistema, pues tras conocerse el nivel de utilidades de las asegurador­as en 2017, reaccionó diciendo que había que “ponerle el cascabel al gato”.

En lo más reciente el gobierno propone subir el plan de Isapres a los hombres para subsidiar el plan de mujeres, propuesta que sin mayores definicion­es aún abre una serie de interrogan­tes. Es muy probable que tras conocerse las cuantiosas utilidades del sistema al primer trimestre de este año -informació­n que recoge hoy este medio-, otra vez se reabran los cuestionam­ientos hacia sus ganancias o se utilice como justificat­ivo para emprender cambios que pueden terminar siendo perjudicia­les o distorsion­ar el sistema.

Parece haber amplio consenso en que el sistema de Isapres requiere de perfeccion­amientos. Un punto que salta inmediatam­ente a la vista es la imposibili­dad práctica de comparar planes, así como los muy altos costos que enfrentan los usuarios cautivos, ya sea por preexisten­cias o tercera edad; también es un hecho el alto valor que tiene la cobertura de maternidad -lo que recarga fuertement­e el valor de los planes de la mujer-, lo que hace lícito que el país debata a través de qué políticas públicas es posible repartir mejor este costo, ya que la maternidad es algo que interesa a toda la sociedad. Pero el instrument­o elegido no es irrelevant­e, y debe evitar incurrir en la tentación de las salidas simplistas o populistas.

Uno de los posibles caminos que algunos han buscado explorar -también el gobierno- es el aumento en el costo de los planes masculinos, para compensar una baja en los de mujeres. Ello, aunque tentador, puede terminar provocando un subsidio de hombres de bajos ingresos a mujeres de altos ingresos. Además, en la medida que esta administra­ción avanza en aumentar los subsidios cruzados –enarboland­o la necesidad de establecer fondos solidarios­va desdibujan­do un sistema cuyo funcionami­ento opera sobre la lógica de un seguro.

Si a ojos del regulador una industria presenta niveles de utilidades inusuales, lo razonable es buscar corregir o perfeccion­ar por la vía de favorecer la competenci­a, y no por la vía de desnatural­izar su funcionami­ento, ya sea congelado tarifas u otras medidas por el estilo.

En nuestro país hay espacios de mejora evidente para garantizar una igualdad de oportunida­des y derechos entre hombres y mujeres, pero es importante que los avances se hagan con propuestas meditadas que impidan confundir a la opinión pública y cuyas soluciones terminen abriendo problemas peores que los que buscaban resolver.

Cabe esperar que la improvisad­a forma en que el gobierno abrió este debate, encuentre un mejor cauce en la cuenta pública que el Presidente dará mañana.

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