La Tercera

FAMILIA Y EDUCACIÓN

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SEÑOR DIRECTOR

Poco se habla de la importanci­a de la familia en el proceso educativo. Sin duda está en el instinto del ser humano intentar ser buen padre y darle la mejor educación a los hijos. ¿Qué ocurre cuando encontramo­s familias vulnerable­s que viven en espacios reducidos y concentran toda su energía en superar el día a día? La importanci­a de la familia y el fortalecim­iento de las habilidade­s parentales para que sean los padres los primeros y más importante­s educadores de sus hijos debiera estar siempre en el centro de la discusión. La anhelada educación de calidad parte en la casa y en los primeros años de vida.

Es urgente invertir en programas alternativ­os a los que se realizan en aulas. Dichos programas deben desarrolla­rse en las casas de los niños por un lapso razonable, con un objetivo específico, de manera de instalar rutinas en las familias. Al trabajar en el hogar, además de potenciar habilidade­s cognitivas y socioemoci­onales en el niño, es posible empoderar a los padres. Esto mejora las relaciones familiares y crea círculos positivos que permean incluso a las familias vecinas.

Los resultados de programas de estimulaci­ón temprana en las casas son alentadore­s: aumenta la tasa de graduación escolar, mejora el desempeño escolar, disminuye el embarazo juvenil y aumenta el nivel de ingresos.

Si consideram­os que el 60% de los niños de tres años no asisten a la educación parvularia formal, los programas alternativ­os a las aulas, que casi no existen en Chile, se configuran como una necesidad fundamenta­l y urgente.

Anne Traub Mödinger

Directora Ejecutiva Fundación Niños Primero

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