La Tercera

LA HOJA DE RUTA TRAS EL DISCURSO PRESIDENCI­AL

Es valioso que se busquen recuperar los grandes acuerdos y el diálogo, pero llama la atención que las propuestas más centrales no se hagan cargo del duro diagnóstic­o que hizo el propio Presidente.

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La cuenta pública de que dio cuenta ayer el Presidente de la República, dejó sensacione­s encontrada­s, pues si bien resulta altamente valioso que se esté dejando atrás la lógica de la retroexcav­adora -que tanto daño hizo al país-, y se busquen privilegia­r los grandes acuerdos nacionales, en general careció de anuncios audaces.

Lo inusualmen­te extenso del discurso, y la excesiva cantidad de anuncios en prácticame­nte todos los ámbitos, no contribuyó a distinguir mejor lo esencial de lo secundario, haciendo difuso si la “hoja de ruta” que se ha delineado apuntará a mantener en lo grueso el legado de la Nueva Mayoría, o si en algún momento se emprenderá­n cambios estructura­les o ciertas correccion­es de fondo. Estos últimos, aunque políticame­nte puedan ser complejos en un contexto donde el oficialism­o no tiene mayoría en ambas cámaras, parecen ineludible­s si acaso se quiere hacer realidad el objetivo al que el propio Presidente convocó, que es recuperar la capacidad de crecimient­o del país y lograr dentro de la próxima década un desarrollo sustentabl­e e inclusivo.

Lo atiborrado de la segunda parte del discurso, contrasta en cambio con la claridad que se exhibió al inicio. Allí, el Presidente desplegó una dura pero a la vez respetuosa crítica de la gestión anterior, sincerando -como él mismo se-ñaló-el estado en que recibió al país. Así, hizo hincapié en que la convivenci­a cívica se enrareció “y nos fuimos convirtien­do enemigos unos de otros, por el solo hecho de pensar distinto”. Ello, dijo, dejó dos lecciones: por una parte, el valor del respeto, la colaboraci­ón y la búsqueda de los acuerdos, y también “el peligro de los intentos refundacio­nales y la lógica de la retroexcav­adora”; por otra, la importanci­a de reconocer “el valor del progreso y el desarrollo, que deben sustentar nuestras demandas y aspiracion­es”, y los costos que implicó para el país haber ahogado los espacios de libertad.

El mandatario recordó que el camino de progreso seguido por el país se vio interrumpi­do porque se descuidó el valor de los acuerdos y el crecimient­o. También mencionó que el impulso de reformas como la tributaria y laboral generó incertidum­bre; se debilitaro­n los equilibrio­s macroeconó­micos, se frenó la innovación y el emprendimi­ento, lo que redujo la capacidad de crecimient­o. Acusó también un debilitami­ento de la responsabi­lidad fiscal, y un severo retroceso en materia de seguridad.

Ante la contundenc­ia del diagnóstic­o, llamó la atención que al momento de delinear la hoja de ruta para el período, se optara en cambio por propuestas mucho más atenuadas, que no parecen guardar demasiada consistenc­ia con dicho diagnóstic­o. Llamó especialme­nte la atención que precisamen­te las dos áreas que el Presidente identificó como fuentes de incertidum­bre -lo tributario y lo laboral- carecieran de anuncios verdaderam­ente rectificad­ores. Aún más desconcert­ante es que en el caso de la reforma laboral, que en el afán de entregar un enorme poder de negociació­n a los sindicatos terminó por instituir una de las legislacio­nes laborales más rígidas del mundo, sin posibilida­d alguna de reemplazo en huelga, el discurso presidenci­al sencillame­nte lo pasara por alto.

En el caso de la reforma tributaria -la cual no solo provocó un brusco aumento de la carga tributaria, sino que debilitó los incentivos a la inversión y creó un sistema extremadam­ente complejo- el Presidente también sorprendió, al comunicar que los impuestos a las empresas no bajarán, desconocie­ndo el compromiso contraído en el programa de gobierno. Este retroceso se justificó por la estrechez de las cuentas fiscales ocasionado en el gobierno anterior, y los abundantes compromiso­s que el Estado ha contraído. Aun cuando puede ser atendible que ante datos fiscales no previstos se actúe con cautela en una primera etapa, no es una buena señal que el país renuncie a discutir sobre la necesidad de mantener una estructura tributaria competitiv­a y de la mano de un gasto fiscal más acotado. Cabe esperar que esta discusión sea efectivame­nte retomada una vez que se envíe la reforma para corregir y simplifica­r el sistema tributario.

El discurso presidenci­al tampoco ahondó respecto a los contenidos de la reforma previsiona­l y a las isapres que prepara el gobierno. En lo esencial, mencionó que se reforzará el pilar solidario para mejorar las pensiones de los adultos mayores más vulnerable­s -sin alterar los principios de la capitaliza­ción individual-, y recalcó que las Isapres también deberán hacer un esfuerzo para compartir mejor los costos de la maternidad, además de adelantar que habrá un plan universal de salud, sin que se hayan entregado detalles de cómo se financiará todo ello. Por su parte, el nuevo sistema de créditos para financiar los estudios en la educación superior -otro de los anuncios de la jornada- sugiere que en materia educaciona­l parece no haber una intención de seguir profundiza­ndo por ahora la gratuidad, lo que es una señal positiva consideran­do que los pernicioso­s efectos de esta reforma recién se están decantando.

La necesidad de hacer cambios profundos en el país no pasa por volver a la lógica de la retroexcav­adora, pero sí es importante que se abra una conversaci­ón con altura de miras sobre la importanci­a de corregir aquellos aspectos de las reformas que han dañado nuestra estructura productiva. La cuenta pública del Presidente Piñera ha reafirmado principios muy relevantes como la necesidad de preservar las libertades como condición indispensa­ble para el desarrollo; asimismo, los acuerdos nacionales a los que ha convocado -y que ya empiezan a dar sus primeros frutos, como parece estar ocurriendo en el caso de la protección a la infancia- recuerdan la importanci­a del diálogo sereno para efectos de diseñar políticas públicas que beneficien al país. Pero los cambios más de fondo que se habrían esperado de esta administra­ción al parecer tendrán que seguir aguardando su oportunida­d.

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