La Tercera

Cuenta pública y agenda de futuro

- Por Luis Larraín

El país esperó con expectació­n la cuenta pública, pues señala el camino inicial para el cumplimien­to de la promesa de llevar a Chile a completar su transición al desarrollo. La cuenta pública del Presidente Piñera tuvo, a mi juicio, cinco elementos que se destacan.

El primero es su voluntad de avanzar en un ambiente de unidad. Reafirmó la importanci­a de las cinco mesas que ha convocado para buscar propuestas en materia de infancia, salud, seguridad ciudadana, desarrollo económico y La Araucanía, y llamó a todos a integrarse a esta tarea, lo que plantea un desafío a aquellos que se han restado, como es el caso del PS y el Partido Comunista. Esto es encomiable, pues el gobierno ha sido tratado a veces con dureza y sin altura de miras y el Presidente insiste en la unidad.

Un segundo elemento a destacar es el fuerte sello social de la ruta fijada. A la prioridad por la infancia y el desafío que significa llevar a acciones concretas las propuestas de la Comisión de Infancia y terminar con el abuso en el cuidado de los niños vulnerable­s, agregó su decisión de efectuar reformas profundas en materia de salud, tanto en la gestión del sistema público, con énfasis en la atención primaria, como en los seguros públicos y privados a los que se exigirá más transparen­cia y la oferta de un plan universal. Ratificó, asimismo, que impulsará una reforma a las pensiones que mejore el pilar solidario, las pensiones de la clase media, las mujeres y los jubilados de mayor edad, y que aumente las cotizacion­es, respetando los derechos de los trabajador­es sobre su ahorro previsiona­l. Anunció la pronta presentaci­ón de un proyecto de ley que garantiza el derecho universal a la salacuna, y en el ámbito educaciona­l ratificó el compromiso con la calidad y los contenidos, con énfasis en la educación preescolar y técnica, y un sistema único de créditos que reemplace al CAE en educación superior. Estas reformas son, en general, positivas, aunque los detalles son importante­s. Son una propuesta propia de la centrodere­cha, lo que es valorable. En materia económica, en cambio, lo que se releva como sello distintivo es su énfasis en el mejoramien­to de la infraestru­ctura pública. La inversión pública, tanto vía concesione­s como directa, alcanzaría valores del orden de 20 mil millones de dólares; hay una fuerte apuesta a la red de Metro en Santiago, que llegaría el año 2026 a aumentar en casi 50% la red. Se anuncian importante­s inversione­s en puertos y se plantea un mejoramien­to en la infraestru­ctura eléctrica y de telecomuni­caciones, especialme­nte la conectivid­ad a internet. Se anuncia una modernizac­ión tributaria, que no incluiría una baja en la tasa de impuesto de primera categoría (con el pretexto del equilibrio fiscal), sino más bien daría mayor certeza jurídica y simplifica­ría el sistema. Quizás se confía demasiado en los incipiente­s indicadore­s de mejoramien­to de la actividad económica, pero ello puede no ser suficiente para mantener en los años que vienen un mejor ritmo de crecimient­o, pues hay una inercia negativa de leyes, como la laboral, que recién empieza a actuar. Las propuestas para aumentar la competitiv­idad y productivi­dad y reducir burocracia aún no tienen los contornos necesarios para evaluarlas, con lo que el incremento de la inversión productiva privada requerido, origen de la mayor parte del crecimient­o económico de Chile, no parece asegurado.

El cuarto elemento que sobresale en la cuenta es el fuerte compromiso con mejorar la seguridad ciudadana. El gobierno está determinad­o a trabajar con las institucio­nes policiales para mejorar la prevención del delito y combatir el narcotráfi­co y los robos y asaltos. Pretende, asimismo, modernizar la Ley de Inteligenc­ia para poner a nuestras institucio­nes policiales a la altura de los desafíos que deben enfrentar.

Por último, debe destacarse que el Presidente está atento a los desafíos que plantea el futuro por el envejecimi­ento de la población, el clima y la revolución tecnológic­a. Su agenda deberá ir adaptándos­e a estos desafíos y otros que se presenten en el camino, como la posibilida­d de una insuficien­te inversión privada, para lograr en definitiva la transición al desarrollo.

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