¿Y la política de las políticas públicas?
El mensaje presidencial ante el Congreso pleno se ha transformado, al pasar de los años en un notable rito republicano que genera cada vez mayor expectativa, aun cuando este ya no se realice en día feriado, como era antaño, cuando coincidía con el 21 de mayo. Este discurso no fue la excepción, más aún porque se trataba del primero de la segunda administración del Presidente Piñera, lo que implicó para su gobierno, su coalición, pero también para el país, la posibilidad cierta de señalar con claridad su hoja de ruta.
Titulo esta columna como el título de un viejo libro del BID llamado La política de las políticas públicas, que nos recordaba que para el diseño e implementación de políticas es necesario considerar los elementos de contexto de los sistemas políticos, especialmente en regímenes presidenciales, donde intervienen muchos actores en el proceso de toma de decisiones y donde la naturaleza distinta del Ejecutivo y el Legislativo plantea puntos de tensión que es preciso resolver para evitar que una crisis de gobierno se transforme en una crisis institucional. En otras palabras, se trata de no olvidar que esta es una cuestión cruzada por las dinámicas del poder.
En materia de políticas públicas el debate estuvo en el tono correcto, no le hizo el quite a ningún tema insoslayable por su relevancia en la agenda pública: mujeres y AFP, reforma a las pensiones y reforma tributaria. Uno puede compartir o no la propuesta, pero lo cierto es que estos temas país fueron abordados. Omitió temas complejos o donde en su coalición hay desacuerdos fuertes: de lo expuesto en materia de adopción uno puede interpretar que esta no será homoparental y no habló en ningún momento de ley de identidad de género ni de matrimonio igualitario.
Hubo también anuncios interesantes, como los relacionados con infancia (especialmente luego del informe unánime de la mesa de trabajo, un gran logro de la última semana), el metro hacia Bajos de Mena y La Pintana, rendición de cuentas de municipios, agenda de transparencia 2.0, reforma del Estado, pueblos originarios, etc. Como era de esperar para el primer discurso de esta administración, el número de iniciativas ocupó un lugar central. Uno podrá compartir o no la manera en que esto se ha diseñado y el empuje que esto le dará a la agenda legislativa, pero lo cierto es que el gobierno y su coalición ahora tienen una hoja de ruta.
No obstante, es en materia política donde el discurso exhibe sus contradicciones y déficit o una disonancia cognitiva, asociada justamente al disgnóstico que se tiene respecto de los recursos de poder que se posee.
En efecto, este ha sido un gobierno que ha llamado permanentemente al diálogo, en una lógica que se puede interpretar desde la nostalgia (la “política de los acuerdos” de la transición), los principios (los acuerdos son buenos para el país) o el sentido de realidad (no existe mayoría parlamentaria para que el Ejecutivo imponga su agenda). En cualquiera de los casos, lo que hace ruido es que en paralelo al llamado para alcanzar grandes acuerdos se insista en criticar a la administración anterior, sin nombrar a la Presidenta, volver sobre la imagen de la retroexcavadora y acusar su ánimo refundacional. Esta crítica plantea una decisión arriesgada para el Ejecutivo, porque, con todas las dificultades que ha enfrentado la Nueva Mayoría, sigue siendo la segunda coalición más relevante en el Congreso. Además, es preciso recordar que parte de esa agenda de reformas estructurales que critica el gobierno, coincide con aquellas materias que están en el centro de las iniciativas que son prioritarias también para el Frente Amplio (con posiciones aún más radicales que el gobierno anterior en varias materias).
Sin duda que una alternativa es ir caso a caso, buscando mayorías circunstanciales frente a determinadas materias, pero eso para temas sustantivos o estructurales es más complejo. Así las cosas, hay un largo camino aún para que el Ejecutivo logre encontrar un tono que le permita generar espacios de entendimiento sostenible con una oposición que, fragmentada y todo, sigue teniendo muchas coincidencias en la agenda de futuro y unidad cuando ello es necesario.