La Tercera

Fin de toma en la UC

- Alfredo Jocelyn-Holt Historiado­r

EN CIRCUNSTAN­CIAS NORMALES MODERARSE PUEDE QUE SEA ACONSEJABL­E, VALE, AUNQUE CABE PREGUNTARS­E SI ESTAMOS EN NORMALIDAD.

El jueves pasado estuve en la Católica invitado a una mesa redonda sobre el “Mayo francés” programada hacía tiempo, y todo se veía normal, funcionand­o como debe ser, como si no hubiese habido una toma. Pero la hubo con capucha y despechuga­da durante algunos días y, aun cuando por su corta duración y menores trastornos comparativ­os no parezca casi nada (la habilidad del rector Sánchez para “bajarla” impresiona, acostumbra­dos a lo que pasa en la U. de Chile por ejemplo), igual, no deja de ser preocupant­e.

Concordemo­s que una toma en la UC lo es más que en otras institucio­nes, no siendo un recurso hasta ahora frecuente en ella. Si además es efectivo que la toma se decidió fuera de la universida­d (¡en la Chile!), como sostienen estudiante­s y académicos, estaríamos frente a una grave infiltraci­ón externa, viral, que bien vale no minimizar.

Vean ustedes: que las estudiante­s salieran campantes, afirmando que “nuestra lucha no queda aquí, las movilizaci­ones seguirán”, no despeja la duda de que se reincida y vuelva práctica de presión, “acción directa” rutinaria en un futuro próximo. Conforme, puede que estemos ante un mero gallito de feministas, pero de bravuconad­as y “bluffs” es de lo que se tratan las tomas según lógicas y estrategia­s tipo “tenemos apoyo”, “nuestros motivos son legítimos, ergo, no cabe deponerlas, a lo sumo nos replegamos por un rato”; y ahí las autoridade­s —confiémono­s— tienen que saber si les siguen el juego o no. Si les llevan el amén, el asunto se tornará rutinario. Lo digo en calidad de miembro de un claustro en que nuestras autoridade­s hace rato, me temo, claudicaro­n y se limitan a administra­r rutinas, usanzas a estas alturas consuetudi­narias, en que han terminado convirtien­do este (des) orden de cosas.

Al menos en la UC ha habido resistenci­a de profesores y estudiante­s frente a feministas, e incluso respecto a su rector, mostrándos­e preocupado­s con lo que pudo haberse negociado (¿mallas curricular­es?). Está de moda sumarse al #MeToo mimético, ideología “TooMuch” (me lo hizo ver un amigo lúcido), inventada por el mundo del espectácul­o “cool”, la manera como ahora se nos quiere mandar.

Y, por último, cómo no reparar en que el feminismo universita­rio se contenta con bien poco (a primeras): los cuatro puntos mínimos del petitorio; dato muy raro que arroja la bajada de la toma de la Casa Central de la UC. ¿Esta “bajada” es fruto de qué: rezos con llegada directa que produjeron el milagro, habilidade­s del rector (su “muñeca”) en choque contra y a espaldas de la resistenci­a a que aludíamos, letra chica desconocid­a? Obviamente, tratándose de actos de fuerza las tomas, habrá que ver si basta un puro “diálogo” y pragmatism­o “de viejo zorro”. En circunstan­cias normales moderarse puede que sea aconsejabl­e, vale, aunque cabe preguntars­e si estamos en normalidad.

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