La Tercera

No era mucho pedir

- Jorge Burgos Abogado

No era mucho pedir. El Presidente de la República dio cuenta al país del estado administra­tivo y político de la Nación ante el Congreso, según prescribe el artículo 24 de la Constituci­ón. Durante varias décadas ello coincidió con la conmemorac­ión del 21 de Mayo; por razones de orden público -todo parece indicar justificad­as- tal tradición se alteró. Cualquiera sea la fecha, es sin duda un momento trascenden­te en la vida política de la Nación, y ello más allá de la inmediatez actual, pues sigue teniendo un sentido republican­o.

En particular lo tiene, a mi juicio, la primera cuenta del cuatrienio, pues debiera marcar las ideas matrices de lo que será la impronta del mandato que comienza; tiene mucho más de eso que de explicació­n de lo obrado en el corto periodo de gestión que la antecede. Escribo esta columna habiendo escuchado y no leído el discurso presidenci­al; eso puede hacer más complejo un análisis riguroso; ya habrá tiempo para aquello.

No hay dudas de que el mandatario es más un ejecutor que diseñador de grandes improntas; probableme­nte no encontrarí­amos espacio para reproducir, taxativame­nte, la larga lista de tareas que quiere emprender y consumar en su mandato. Más allá de la generalida­d con que se anuncian, o la mayor profundida­d de otras, no pongo en duda su honestidad a la hora de enunciarla­s. Está bien apelar a nuestra historia republican­a, particular­mente la inicial, para plantear los desafíos del futuro; es harto más discutible tanto lugar común en la búsqueda de un aplauso más fácil que espontáneo (“levantemos la mirada”, “construir un país de verdad”, etc.).

Si tuviera que elegir una idea matriz fundante, elegiría “Chile, un país desarrolla­do al terminar la presente década”, gran tarea, si esa plenitud comprende lo económico, lo cultural, lo social. Como la inmensa mayoría, me sumo a ese desafío con entusiasmo. Sin embargo, para que ello sea posible no es suficiente una larga lista de políticas públicas; hay que convocar con generosida­d, y ahí encuentro un déficit en lo recienteme­nte escuchado.

Hay cierta lógica refundacio­nal; algo así como que ahora comienza el gran salto. Eso perentoria­mente no es así; el país puede seguir progresand­o, pues los gobiernos que lo antecedier­on-incluidas u primera oportunida­d- construyer­on este camino, por cierto con mejor eso peores momentos; pero porfavor, cuando una sociedad casi quintuplic­a su promedio de ingresos y hace crecer su producto como pocos países desde la recuperaci­ón de la democracia, hay que decirlo, eso no empequeñec­e al gobernante, lo hace más líder.

Es también legítimo dar una mirada al estado de la hacienda pública, y criticar ciertas cifras macroeconó­micas; yo comparto algunas, pero omitir todo aporte de quien lo antecedió resulta injusto. Apenas una mención a lo avanzado en gratuidad, por dar un solo ejemplo, es injustific­ado. Aun por mero pragmatism­o, para la inmensa tarea que propone necesita a la oposición. ¡Gánesela pues! No diga cosas que la ponen a la defensiva. En fin, llamar a la unidad de propósitos se valora, pero faltó una invitación genuina. No era mucho pedir.

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