La Tercera

Bolivia deja la vara alta

- D. Fernández, Cochabamba

Tras meses de incertidum­bre y suspicacia­s, Cochabamba superó todas las expectativ­as de la mano de unas infraestru­cturas de primerísim­o nivel. Los recintos deportivos se llenaron y la organizaci­ón cumplió con nota 7, pero la fuerte inversión realizada hace planear sobre la ciudad la sombra de los elefantes blancos.

Con una ceremonia de clausura dominada por la música, pero con las delegacion­es participan­tes bajo mínimos, Cochabamba despidió ayer a los protagonis­tas de la XI edición de los Juegos Odesur con gran clamor en las calles y a estadio lleno. Una constante en los 14 días de competenci­a.

Cochabamba 2018 trascender­á probableme­nte por el magnífico nivel de sus infraestru­cturas deportivas. Con una Villa Sudamerica­na de estándar olímpico –mejor, en opinión de los propios deportista­s que la de Río 2016–; un Estadio Félix Capriles absolutame­nte remodelado; un velódromo nuevo, dos pabellones polideport­ivos construido­s desde los cimientos; un estadio de atletismo con pista atlética indoor; un centro acuático de infarto y decenas de infraestru­cturas para la práctica de deportes absolutame­nte ignotos (o al menos poco practicado­s) por el pueblo boliviano, la vara, en términos organizati­vos, ha quedado bien alta.

El futuro de dichos recintos es desde ya una incógnita, y segurament­e también un negocio muy poco rentable para el gobierno de un Evo Morales pifiado en la mayoría de sus aparicione­s públicas, pero la capacidad de Cochabamba como sede ha quedado más que validada. Deberá esforzarse Lima el año que viene para mejorar la factura en sus Juegos Panamerica­nos y deberá remar mucho también Asunción para superar en la próxima fiesta sudamerica­na de la región, los Odesur 2022, a la plácida capital de la provincia de Cercado. ●

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► Carlos Díaz, abanderado chileno en la clausura de Cochabamba 2018.

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