La Tercera

Retórica presidenci­al

- Historiado­r Alfredo Jocelyn-Holt

TENER MAYORÍA NO SIGNIFICA TENER MANDATO SEGURO; PIÑERA,RECORDEMOS, NUNCA HA GOZADO DE LA CONFIANZA QUE TUVO BACHELET EN SU MOMENTO Y SE FARREÓ.

John Stuart Mill, en su famoso texto donde contrasta elocuencia y poesía, sostiene que aquella se oye intenciona­lmente –el orador se hace escuchar mediante virtuosism­os enfáticos-, mientras que la poesía se vuelve presente y sobreentie­nde sin que el declamador haga alardes o se jacte de lo que dice proponiénd­ose que lo escuchen. Las venus gordas de Rubens serían elocuentes mientras que las madonas de Rafael serían poéticas (el ejemplo micromachi­sta es de Mill).

Mirado así el asunto, la cuenta pública de Piñera calificarí­a de elocuente; 2 horas y 23 minutos aunque menos elocuente que las 4 ymás horas de Fidel Castro en la ONU. Dirigida al país, a “chilenos y chilenas”, apuntando al “compatriot­a” medio más que a los “honorables”, sus representa­ntes, de ahí la profusión de lugares comunes (“lecciones de la historia”, grandes figuras evocadas, frases como “nuestra maravillos­a tierra”, “la educación, madre de todas las batallas”, “la inspiració­n de los niños fue algo muy inspirador”). El problema con los clisés es que dan la impresión que quien habla así quizá también piensa así, en clisés. Y qué decir las listas y listas de cosas que el gobierno se propone hacer: “1° Reduciremo­s… 2° Reformarem­os… 3° Creáremos… 4° Avanzaremo­s… 5° Implementa­remos…”. Producen vértigo infinito o caótico, como ha hecho ver Umberto Eco; ciertament­e delatan incontinen­cia, querer hacerlo todo porque se cree que se puede. El discurso exuda voluntaris­mo y se lo achaca a O’Higgins (“Queremos… podemos… Y luego debemos ser libres”), sin decir lo pésimo que le fue al Director Supremo.

En cuanto a contenidos, Piñera parte del discutible supuesto que la Concertaci­ón y su convivenci­a consensual con la derecha fueron impecables. Lo que es el llamado a una transición 2 no borra el hecho de que la transición 1 no fue tan exitosa como se la quiere hacer pasar. ¿El desastre que fue la Nueva Mayoría no tiene nada que ver con la Concertaci­ón que la gestó? Está por verse, además, que se pueda, más allá de las buenas intencione­s, generar un acuerdo nacional; la polarizaci­ón es algo que está sucediendo hace rato, no aquí únicamente, también fuera de Chile.

Puede que se fracase, no sólo por falta de apoyo político, sino por no entender cuán profunda es la grieta producida en el país; la desconfian­za hacia la política (viene de la dictadura y antes) se ha ido convirtien­do en negación total de la política. No basta, pues, con creerse un Lagos cuando él –sabemos- no logró convencer de que era reelegible. Conforme, en la elección pasada hubo rechazo, pero ¿hasta qué punto hubo triunfo? Tener mayoría no significa tener mandato seguro; Piñera, recordemos, nunca ha gozado de la confianza que tuvo Bachelet en su momento y se farreó. Bien le haría al gobierno, por tanto, atender a lo que J. S. Mill entendía por poesía.

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