La Tercera

¿Toma ilegítima?

- Álvaro Ortúzar Abogado

En el comienzo, la toma de la Facultad de Derecho de la Universida­d de Chile se percibió como una reacción frente al acoso de que había sido objeto una de sus estudiante­s, la extensa duración del sumario contra el inculpado, la ausencia de informació­n a la afectada, y, cuestión no menor, la importanci­a y el alto cargo del acusado. La situación causó verdadera conmoción, por lo que no era menos de esperar que escalara a nivel nacional, contribuye­ndo al movimiento feminista que sumó voces en distintas universida­des y grupos estudianti­les, intelectua­les y políticos.

Pero ha transcurri­do demasiado tiempo desde entonces y el resultado que ahora se advierte de la toma no es auspicioso, pues el petitorio original del grupo feminista no ha sido acogido por la rectoría; su contenido, desde el punto de vista de la opinión pública, se encuentra desvanecid­o y es prácticame­nte desconocid­o. Existe la sensación fundada de que la toma de la Facultad de Derecho no era el modo razonable ni proporcion­ado para instalar una mesa de conversaci­ón acerca de temas tan trascenden­tes como los relacionad­os con protocolos generales de relación entre profesores y alumnos, procesos de sanciones, entre otros, que serían de general aplicación para toda la universida­d.

Por otro lado, la renuncia del decano Harasic, basada en razones políticas que apuntaban a la falta de legitimida­d de la toma como herramient­a de presión, ha venido a generar mayor ambiente de preocupaci­ón, pues de dicha renuncia surge un clima preeleccio­nario, con otros intereses, liderazgos y programas, donde la toma feminista, probableme­nte, es solo un elemento a considerar en las candidatur­as.

La gran duración de esta toma ha terminado por minar su legitimida­d original, si es que la tuvo. Pero en este caso particular, el transcurso del tiempo ha demostrado que sus protagonis­tas no han estado a la altura de representa­r realmente la profundida­d de sus demandas iniciales. Luego de dos meses, no hay acuerdos, hay un decano renunciado, un petitorio desechado. Lo más grave, han quedado de lado los estudiante­s, privados de sus clases, lo que importará extender el año académico. En estas condicione­s, es muy difícil asegurar que las materias sean tratadas con la debida continuida­d y profundida­d como se haría en un año normal. Habrá un daño que no será asumido.

En definitiva, es especialme­nte cierto que en nuestro país se está tomando conciencia de que existen conductas reprochabl­es, acosos indeseable­s y la necesidad urgente de protocolos y procedimie­ntos para que, a través de mecanismos procesales rápidos y justos, se ponga fin a todo abuso en contra de cualquier alumna. Del mismo modo, la toma de una facultad no parece ser el modo apropiado para conseguir ese objetivo. La toma es un acto de fuerza, y lo que en casos como este se requiere son actos de diálogo, de liderazgo y de convicción.

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