La Tercera

Gratuidad en educación: un derecho social

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Para las universida­des del Estado de Chile, la gratuidad no es una opción, sino que representa parte de un derecho social, pues nos acerca como institucio­nes públicas a nuestra vocación de inclusión, movilidad social, desarrollo regional y nacional. Gracias a la gratuidad, hoy miles de jóvenes estudian en nuestras casas de estudios, sin contraer una deuda personal o familiar, avanzando de esa manera hacia el paradigma -ya asimilado por la ciudadanía- en cuanto a que el mercado no sea el único ente que regule el sistema universita­rio nacional.

La gratuidad existe y llegó para quedarse, gracias al esfuerzo iniciado por los mismos jóvenes a partir del 2011 y que fue compartida de inmediato por las universida­des del Estado. Sin duda que el camino en el Congreso no fue una tarea fácil, donde logramos que la gratuidad se financie con recursos asignados por la ley, y no por el presupuest­o anual de la República.

El desafío ahora para nuestros planteles estatales, es también enfrentar la brecha que nos genera la diferencia entre el arancel regulado y el arancel real de las carreras, lo cual no es cubierto por la gratuidad.

Es en ese sentido, también se ha solicitado en innumerabl­es ocasiones que para subsanar la diferencia que señalamos respecto al arancel regulado, las universida­des ubicadas en las zonas extremas como Arica, Aysén y Magallanes, puedan aumentar dicho arancel anualmente en el mismo valor que sus costos, es decir, en base al Índice de Reajuste del Sector Público (IRSP), ello debido a que actualment­e se realiza de acuerdo al IPC.

Por otra parte, al establecer­se por ley permanente un sistema de financiami­ento institucio­nal para la gratuidad, donde las institucio­nes estatales adscriben por el sólo ministerio de la ley, se prevé la conformaci­ón de un sistema dual de financiami­ento. Así, un grupo de institucio­nes, entre ellas las estatales, quedarán reguladas en aranceles, número de vacantes y copago, mientras que otro grupo, que será el mayoritari­o conformado por institucio­nes privadas, quedarán sin limitación de aranceles, vacantes y copago, con lo cual tendrán un fuerte incentivo a no adscribir al régimen de gratuidad.

Las 18 institucio­nes que conforman el Consorcio de Universida­des del Estado de Chile (CUECH), están consciente­s de su rol en cada uno de los territorio­s donde trabajan. Saben que deben ser el motor que impulse el desarrollo social y económico de sus comunidade­s, junto con generar conocimien­to útil y de carácter público, es decir, al servicio de todos los chilenos.

Los recursos que el Estado de Chile invierte en la gratuidad deben estar muy bien regulados, asegurando el acceso y la calidad de sus planteles, por lo cual es fundamenta­l fortalecer el Sistema Nacional de Acreditaci­ón, consideran­do la realidad que vive cada una de sus institucio­nes, siendo obligatori­o tanto para estatales como para privados.

No obstante, debemos ser claros en algo, para las institucio­nes del CUECH, la calidad no es una opción, es una obligación.

En resumen, la gratuidad se ha convertido en una gran herramient­a que apoya la vocación eminenteme­nte social que tienen las universida­des del Estado, al entregar la oportunida­d a miles de jóvenes que antes no podían llegar a nuestras aulas debido principalm­ente a las barreras económicas impuestas a partir de un sistema generado durante la dictadura.

Hoy, las institucio­nes agrupadas en el CUECH fijamos un horizonte común de complement­ación y no de competició­n, donde asumimos que trabajando en red lograremos sinergia positiva y un impacto mucho mayor. Nuestras raíces e historias nos impulsan a trabajar unidos por el bien común y con una misión y visión diferentes a lo que dicta el mercado y la competenci­a.

La gratuidad da oportunida­des a miles de jóvenes que antes no accedían a la universida­d.

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Universida­d de Antofagast­a
Luis Alberto Loyola Rector Universida­d de Antofagast­a

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