La Tercera

La batalla de Chile

- Pablo Ortúzar

El proyecto político de la Nueva Mayoría, delineado en “El otro modelo”, consistía en una estatizaci­ón blanda de las institucio­nes privadas y de la sociedad civil que proveen servicios públicos y reciben fondos fiscales. Para llevarla adelante se pretendió equiparar el régimen de lo público con el régimen del Estado –entendiend­o lo público como lo estatal- y someter por esa vía a estas institucio­nes, tratándola­s como una capacidad instalada del aparato estatal, y no como una contribuci­ón privada al bien común. Esto significa, aunque los “humanistas cristianos” no parecieron notarlo, desterrar el principio de subsidiari­edad en cualquiera de sus versiones.

El ataque a la educación particular subvencion­ada y el esquema de gratuidad universita­ria obedecen a este proyecto. ¿Por qué se le entregó tanta prioridad a la gratuidad universita­ria frente a tantas otras necesidade­s mucho más apremiante­s? Por razones tácticas: Fernando Atria lo reconocía señalando que el proyecto socialista debía comenzar desde algún punto. Y que mientras menos urgente la necesidad, más potencial político tenía, ya que, como dicen los abogados, “el que puede lo más, puede lo menos”. Si la universida­d era “gratis”, ¿por qué no todo lo demás?

Sin embargo, lo que sonaba bien en papel tuvo resultados muy mediocres en la práctica, y la derecha recibió el gobierno de vuelta con un contundent­e apoyo luego de cuatro agotadores años. El problema es que nunca pareció entender la radicalida­d de lo que se estaba enfrentand­o, ni lo que significab­a dar un giro político. Esto quedó clarísimo ahora, cuando un dictamen de Contralorí­a vino a embutirle de contraband­o el “otromodeli­smo” al gobierno, y éste, haciendo gala de anti-intelectua­lismo y pragmatism­o mal entendido, en vez de dar la pelea, decidió buscar una salida tipo “Marcianos democratac­ristianos” de Plan Z.

Es hora de que la centrodere­cha se dé cuenta de que está en medio de una batalla política. Parecen “Dougie” de la tercera temporada de Twin Peaks. Todos esperamos que despierten y noten que a los adversario­s que tienen al frente les da lo mismo dejar sin servicios de ginecologí­a y obstetrici­a a muchas personas, con tal de hacer su punto político, así como no les importó darle prioridad económica y política a la agenda universita­ria por sobre las de los más necesitado­s del país. ¿Por qué no piden clausurar las áreas de ginecologí­a y obstetrici­a de los hospitales estatales donde todos los médicos son objetores de conciencia, si consideran que tales áreas, cuando no prestan servicios abortivos, son totalmente inútiles? Porque no consideran eso. Lo que quieren, lo que les interesa, es someter con la excusa que sea a los privados al régimen del Estado. Eso es lo que llaman socialismo. Y ya estaría bueno que la derecha (y el centro) dejaran de lado las discusione­s internas de poca monta y se tomara en serio lo que es un momento serio. La disputa por el sentido de lo público es la gran batalla de nuestra generación. La nueva batalla de Chile.

Lo que llaman socialismo busca someter los privados al Estado, y sería bueno que la derecha se lo tome en serio.

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