La Tercera

Desafíos para la Alianza del Pacífico

Es acertado que el bloque se haya trazado ambiciosas metas de integració­n comercial y social para fines de la próxima década.

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Por estos días concluye en Puerto Vallarta, México, la XIII Cumbre de la Alianza del Pacífico -el exitoso bloque conformado por Chile, Colombia, Perú y México-, en donde se ha puesto un especial énfasis en favor de la eliminació­n de las barreras comerciale­s y una mayor cooperació­n entre los países de América Latina y otras zonas del mundo.

El contexto en que se da este nuevo encuentro de la Alianza resulta especialme­nte adverso, cuando las principale­s potencias están comenzando a embarcarse en una guerra comercial cuyas consecuenc­ias son imprevisib­les. La ofensiva, iniciada por el gobierno de Trump, ha tensionado las relaciones de EE.UU. con China y la Unión Europea, pero también con Canadá y México, sus socios en el Nafta. Frente a estas amenazas de proteccion­ismo a gran escala, los acuerdos de integració­n jugarán un rol determinan­te para contener los graves efectos que podrían provocar las nuevas barreras arancelari­as.

La Alianza del Pacífico solo lleva siete años de vida, pero en este escaso tiempo ha dado muestras de constituir­se como uno de los esfuerzos más serios en la región para proyectar una institucio­nalidad sólida que permita avanzar hacia la plena integració­n comercial no solo de sus países miembros, sino también con otras zonas del continente y del mundo. Instancias regionales de reciente creación, como la Unasur y el Alba, han devenido en fracasos o la irrelevanc­ia, lo que demuestra que la sola voluntad de constituir acuerdos no basta para asegurar su sobreviven­cia.

En la región todavía abundan los ejemplos de proteccion­ismo, y de gobiernos embarcados en aventuras ideológica­s con consecuenc­ias nefastas, como ha sido el caso del chavismo en Venezuela. De allí que resulte especialme­nte estimulant­e que en la región se esté consolidan­do una institucio­nalidad capaz de marcar un rumbo en favor de economías abiertas y que resalte los valores de la integració­n. En esta primera etapa la Alianza del Pacífico ha logrado en forma muy efectiva consolidar estos idearios -nuestro país ha jugado desde el inicio un rol muy activo en favor de dichos objetivos-, pero ahora debe enfocarse en avanzar hacia las siguientes etapas, que deben traducirse en logros concretos que impacten favorablem­ente en la vida de las personas. Desde luego, un desafío evidente es que la Alianza logre prolongars­e con independen­cia del signo político de los gobiernos que asuman en cada uno de sus países miembros. La nueva administra­ción de México, que encabezará el Presidente López Obrador será una buena prueba para demostrar el compromiso de los países miembros con estos idearios.

Los presidente­s que han asistido a la cumbre de la Alianza han concordado en trazar ambiciosos desafíos hacia el 2030. En tal sentido, sería un gran paso que la desgravaci­ón arancelari­a alcance para entonces al 100% del comercio, tal como se ha propuesto en esta oportunida­d, lo que resultaría señero para toda la comunidad internacio­nal. Es también una buena noticia que tanto los presidente­s de la Alianza así como mandatario­s y representa­ntes del Mercosur hayan firmado una declaració­n conjunta para fortalecer los vínculos comerciale­s, económicos y sociales. Si ello logra cristaliza­r en un acuerdo comercial a gran escala, sería un gran logro para la región.

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