. PROTECCIÓN DEL PATRIMONIO
El fin de semana pasado, el Museo Nacional de Brasil, ubicado en la ciudad de Río de Janeiro, sufrió un incendio que destruyó gran parte de las 20 millones de piezas de alto valor histórico y cultural, un 90% de un patrimonio formado a lo largo de los 200 años de existencia de la prestigiosa institución. Sin perjuicio de la inversión necesaria para rehabilitar la infraestructura -que se estima en US$ 3,6 millones de dólares-, la gravedad de lo ocurrido radica en la pérdida de un material invaluable. Además, surgen dudas en relación a si se pudo haber evitado, considerando los escasos recursos destinados a su mantención y al deterioro que presentaba el edificio producto de una restricción presupuestaria que se arrastra desde hace años.
Lo ocurrido no es algo ajeno a nuestro país y, por lo tanto, debiera ser una señal de alerta. Nuestro patrimonio también ha sufrido pérdidas o daños importantes –basta recordar el incendio que afectó al Teatro Municipal de Santiago el 2013, el robo de la espada del Presidente Bulnes o la desaparición durante 14 años de la bandera donde se juró la independencia en 1818.
Sin perjuicio del aumento de recursos año a año, de los fondos para mejoramiento integral de los museos, de los traspasos de fondos a instituciones privadas, la relevancia de los desafíos del Servicio Nacional del Patrimonio Cultural (SNPC) y, en especial, de la subdirección de Museos, hace necesario evaluar permanentemente las condiciones de las instalaciones donde se pone a disposición de la ciudadanía el patrimonio y la historia. Igualmente se deben revisar en forma constante los protocolos y las acciones de fiscalización que operan en los museos dependientes del SNPC. Por otra parte, la realidad de los museos privados, sin perjuicio del aporte que han significado, requiere de uniformar estándares mínimos de operación.
Es necesario, por lo tanto, avanzar en los objetivos establecidos en la Política Nacional de Museos en cuanto a generar un marco normativo que establezca “condiciones básicas para la apertura de museos, tanto públicos como privados” y “las medidas de seguridad correspondientes”, como asimismo garantizar el adecuado financiamiento que permita abordar su seguridad en condiciones óptimas. Una necesidad prioritaria, por sobre la de crear nuevos museos.