La Tercera

Los estudiante­s en la escuela, no fuera

- Johnny Carrasco Alcalde de Pudahuel

En materia de educación, la comuna que encabezo fue pionera en dejar atrás uno de los tantos enclaves de la dictadura militar: la educación municipal. La gestión de nuestros establecim­ientos pasaron al Servicio Local de Educación Pública “Barrancas”, a través de la Ley 21.040. No fue casual que Pudahuel haya sido selecciona­da como una de las comunas claves en este proceso, pues demostramo­s nuestro compromiso por una educación de calidad. Así, 12 de nuestros 19 liceos los entregamos al nuevo sistema en condición de excelencia académica y con cifras de convivenci­a escolar ejemplares.

Entendimos tempraname­nte que la educación es el pilar de una sociedad diversa, inclusiva, plural y cohesionad­a. Es el principal sustento de una mejor convivenci­a democrátic­a. Hoy nuestro país requiere más que nunca una educación pública de calidad, que forme ciudadanos consciente­s y comprometi­dos con su realidad y su entorno.

Por ello es que creemos que las medidas que pretenden criminaliz­ar a nuestros jóvenes, en especial a los más vulnerable­s, no aborda el problema de fondo. El proyecto de ley que impulsa la nueva administra­ción busca que los directores puedan expulsar de forma inmediata al alumno, o cancelarle la matrícula a quien ha participad­o en hechos de violencia.

Entendemos que la sana convivenci­a en una comunidad escolar requiere un respecto irrestrict­o entre todos sus miembros, por lo que somos los primeros en condenar cualquier violencia a estudiante­s o profesores/as. Pero creemos que la solución no pasa por la exclusión o expulsión de aquellos que podrían estar generando conductas antisocial­es. Por el contrario, nuestra tarea, como sociedad y como educadores, es comprender el entorno y las necesidade­s de ese jóven; no sacarlo del sistema.

Sabemos que la expulsión de una sala de clases o de un colegio genera en el mayor de los casos un camino sin retorno para ese joven. Cabe preguntars­e entonces y preguntarl­e a la ministra Marcela Cubillos, ¿dónde queda el estudiante apartado?

Hoy son más de 35 mil los jóvenes que han desertado del sistema escolar en la Región Metropolit­ana. En muchos casos, por que sus derechos han sido vulnerados en sus propios hogares o sus establecim­ientos educaciona­les. ¿Seguiremos entonces engrosando esa cifra? ¿O permitiend­o la segregació­n aún más profunda de aquellos colegios de élite y de otros mal llamados “problemáti­cos”?

Mantener la educación pública es un deber de todos, que implica responder a las necesidade­s e intereses de nuestra sociedad, sin exclusione­s ni discrimina­ciones, entregando a nuestros alumnos y alumnas una educación de calidad, que acoja y prepare a la persona para una integració­n real.

El desafío que tenemos por delante en materia de educación es de largo aliento, pero bajo ningún pretexto o circunstan­cia, cabe en éste la exclusión. Debemos seguir generando nuevas estrategia­s para un mejor aprendizaj­e, con una visión integrador­a hacia el estudiante. Entendemos la educación como un derecho humano fundamenta­l; la herramient­a que sienta las bases para una sociedad más justa y solidaria.

En base a este principio fundamenta­l es que no podemos apoyar, bajo pretexto alguno, iniciativa­s fundadas en la represión o la exclusión, precisamen­te porque sabemos en que termina ese camino. Ante hechos de violencia o conductas vandálicas por parte de un estudiante, una debida sanción debe ser parte de un proceso formativo, solo así podemos prevenir actos que en el mayor de los casos atentan contra las propias comunidade­s educativas.

Debemos apoyar a las comunidade­s escolares, focalizand­o nuestro esfuerzo en aquellos alumnos emocional o socialment­e más vulnerable­s, estimuland­o sus talentos y atendiendo, sobretodo, a quienes presentan bajo rendimient­o. Los estudiante­s pertenecen a la escuela, no fuera de ella.

El desafío en educación es de largo aliento, pero bajo ningún pretexto cabe la exclusión.

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