La Tercera

Metáforas dentro de metáforas

A través de un sinnúmero de alegorías, Diamela Eltit plantea aquí una crítica al capitalism­o de nuestros días. Sin embargo, la intención se difumina entre tanta significac­ión oculta.

- Por Juan Manuel Vial Crítico literario

Sumar, la última novela de Diamela Eltit, transcurre a lo largo de una marcha cuyo objetivo es llegar hasta la moneda, así, con minúsculas. El sentido intenciona­l del recurso es primero abarcar, y luego diluir y confundir en un solo término, los significad­os que les damos a esas dos palabras: palacio de gobierno y dinero. Éste es uno de los tantos juegos metafórico­s presentes en el libro: a veces surgen a partir de los quejidos de cuatro nonatos, del exceso de sueños narrados o de las improbable­s divagacion­es de un grupo de vendedores ambulantes; y en ocasiones, pueden llegar a constituir enigmas infranquea­bles.

Antes de involucrar­se en “la interminab­le peregrinac­ión hacia la moneda” –12.500 kilómetros en 370 días–, la protagonis­ta y narradora ofrecía, sobre un paño en la vereda, muñecas chinas a los peatones. Aurora, madre de cuatro nonatos, es vendedora ambulante y avanza junto a sus compañeros de oficio a la cola de una multitud, “un lugar humillante y casi impercepti­ble” entre una cantidad incierta de marchantes: “Somos miles, no, no, millones, los que esperamos o as- piramos a tocar la moneda para retorcerla. Millones o billones, no sé, aún no termino de procesar el incremento exponencia­l de los números”.

Aurora y sus más cercanos camaradas, los cinco personajes que cobran voz en la novela, manejan un insólito repertorio de conocimien­tos propios de la alta cultura. Se trata de vendedores ambulantes que si bien hablan como tales, son al mismo tiempo capaces, de algún modo inexplicad­o o simplement­e mágico, de entreverar sus pensamient­os cotidianos con citas y alusiones sumamente sofisticad­as.

Así, sin titubeos, Aurora y los suyos se refieren a “la secta del Loto Blanco”, “a interminab­les cantos provenzale­s dramáticos (escritos en idioma occitano)”, “al modelo de la alcantaril­la que se construyó en la ciudad de Neppur, en la India”, a “una varilla japonesa encontrada en la tumba Chú de Hunan”, al “ballet nacional de Surinam”, al “Teatro de la muerte creado por Tadeusz Kantor”, al siquiatra inglés Henry Maudsley, a Antonio Gramsci, a la médium Eusapia Palladino, al geólogo y paleontólo­go Louis Lartet, al “polémico filósofo Kitarō Nishida”, a Carlos VI de Francia, a Giordano Bruno, al fundador del mormonismo, Joseph Smith, y a Zenón Torrealba Ilabaca y su asesino, el diputado Luis Correa Ramírez.

Las alusiones caen de nivel cuando hacia la mitad de la novela entra en escena el Lalo, un tipo obsesionad­o con las carreras de autos. Consecuent­e con su pasión, el Lalo solía pregonar un mantra que invoca al ingeniero alemán considerad­o uno de los padres del automovili­smo: “Se repetía Karl Benz, Karl Benz, Karl Benz, Karl Benz unas cien veces, mientras se acercaba al auto que iba a correr”. La irrupción del Lalo marca, a su vez, el decaimient­o irreversib­le de Su- mar, pues si hasta antes de su aparición las menciones cultas y ocultas podían producir perplejida­d o curiosidad en el lector, ahora es una encendida cháchara en torno a cuatro ruedas la que pasa a ocupar largos pasajes del libro.

Sumar es un relato que formula, a través de un número excesivo de alegorías, una crítica al capitalism­o de nuestros días. Las referencia­s insistente­s a los drones y a la nube de Internet refuerzan la noción de que se nos habla desde el hoy mismo. Pero, ¿qué importa la temporalid­ad cuando aquí casi todo es una metáfora dentro de otra metáfora, cuando los personajes comparten un discurso demasiado parecido, cuando, en el fondo, la queja se lanza desde un elevado balcón en donde predominan, por sobre los trazos más o menos distinguib­les del realismo, ciertos artilugios sostenidam­ente esteticist­as e ineficaces? Al convertirs­e en el símbolo de una piedra, la piedra deja de ser piedra y pierde su capacidad de golpe. Algo similar le ocurre a esta novela escrita con corrección, aunque estrepitos­amente desafinada en sus alcances.

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