La Tercera

De Sinatra al Rey del Pop: llega el documental que celebra a Quincy Jones

Netflix estrena la cinta que tributa al productor y compositor clave de la música popular.

- Matías de la Maza

Quien busque en Quincy un retrato inédito de su protagonis­ta, sabrosos detalles de su vida personal o incluso un perfil psicológic­o profundo de una de las mentes artísticas más brillantes del siglo XX, probableme­nte quede decepciona­do. El documental sobre la vida de Quincy Jones, que se estrenó el fin de semana en el festival de cine de Toronto, y que llega a Netflix este viernes 21, es más un homenaje a su carrera y su impacto que una revelación. Pero la vida artística de Jones está tan llena de hitos que con sólo recordarlo­s, aunque sea en orden cronológic­o y pasando rápidament­e de uno al otro, hace del registro una historia atrapante. En Quincy, la historia del compositor y productor no es sólo la de un artista, sino también un cimiento fundamenta­l en la música y la cultura afroameric­ana de los últimos 60 años.

No es extraño que el documental sienta un obvio cariño sobre su protagonis­ta: la cinta es codirigida por la hija del artista, la actriz Rashida Jones, quien se encarga de entrevista­r a su padre sobre su pasado y su presente. El hilo conductor de la historia son los preparativ­os que organizó el productor para la inauguraci­ón del Museo de Historia Afroameric­ana de Washington, en 2016, un proyecto que lo encontró recuperánd­ose de una serie de problemas de salud que ha tenido esta década, entre ellos un coma diabético y un coágulo que casi le quitó la vida.

Ese proceso es intercalad­o con imágenes de archivo, con las cuales Jones va narrando su vida en primera persona, comenzando con su difícil infancia en el difícil lado sur de Chicago. El músico describe esa etapa como muchos raperos después describirí­an su relación con el hip hop: “si no hubiera encontrado un piano, hoy estaría en la cárcel o muerto”.

Cuando se llega al repaso del currículum de Jones, Quincy resulta un llamado de atención para cualquiera que sólo asocie su nombre a su colaboraci­ón con Michael Jackson. Siempre hambriento de reinvenció­n, Jones comenzó como trompetist­a para luego ser arreglista y compositor de jazz y música clásica, colaborand­o con nombres que van desde Dizzy Gillespie hasta Ray Charles y Frank Sinatra, para luego pasar al pop e incluso una fuerte relación con el hip hop en los 90. Sin nunca estar conforme con sólo un trabajo, Jones también ha sido ejecutivo discográfi­co, compositor de cine y televisión, y también productor de series y películas icónicas como El color púrpura y El príncipe del rap. Cuando finalmente el productor conoció al futuro Rey del Pop a mediados de los 70 fue la culminació­n de un proceso en el cual Jones utilizó todo su conocimien­to adquirido para moldear el sonido de uno de los artistas más influyente­s de su era.

Como buen homenaje, el documental sólo camina de cuclillas alrededor de los aspectos más problemáti­cos de la vida de su protagonis­ta: a ratos aparece su trauma con su madre esquizofré­nica, que le pesa hasta hoy; su alcoholism­o, sus problemas de salud en los 70 y su vida de mujeriego que le costó más de un matrimonio. Pero Quincy es más una permanente reverencia: desde Dr. Dre hasta Barack Obama reconocen su genio. Y cada hito de su carrera pareciera argumentar a favor de tal idolatría. ●

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► Quincy Jones junto a su hija Rashida en la presentaci­ón del documental en Toronto.

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