La eterna juventud de Valdivia
El 10 vuelve al equipo tras su ausencia ante Antofagasta, en pleno clamor popular por su regreso a la Roja.
Tras su exhibición individual sin premio ante Palmeiras, por la Copa Libertadores, y luego de perderse el último compromiso liguero de su equipo (saldado, por cierto, con derrota) por unas molestias musculares, Jorge Valdivia regresa al once titular del Cacique convertido en el elemento más desequilibrante del único equipo que ha sido capaz de doblegar este año por el torneo nacional a Universidad Católica.
La felicidad del Mago, además, parece haberse vuelto contagiosa en Pedreros y ayer, en plena conferencia de prensa de Óscar Opazo previa al partido de mañana en San Carlos de Apoquindo, volvió a quedar de manifiesto.
El lateral se encontraba atendiendo las preguntas de los medios de comunicación cuando pasó a convertirse, repentinamente, en el blanco del lanzamiento de varios proyectiles. Calcetines, calzoncillos, naranjas e incluso un gel de baño frustraron momentáneamente su comparecencia. El público e hilarante boicot, claro, había sido orquestado por Valdivia, un jugador que a sus 34 años parece estar atravesando en Chile una suerte de segunda juventud. No es seguramente el mismo que era, pero en cierto modo continúa siendo el de siempre. Un factor diferenciador dentro de la cancha, un actor a todas luces diferente.
Tal está siendo su protagonismo en los últimos encuentros del Cacique, que la opinión pública ya comienza a pedir su regreso a la Selección, una puerta que esta misma semana se ha encargado de dejar ligeramente entreabierta el propio Reinaldo Rueda. “Valdivia tiene nivel de selección, pero es una situación que hay que estudiarla bien. Yo sé lo que pueden dar los grandes, pero estos jugadores, por el trajinar de los años, tienen desgastes, sufren molestias, y hay que tener preparados a quienes van a asumir responsabilidades”, explicó el seleccionador de la Roja.
Pero más allá de su regreso al combinado nacional, lo cierto es que su importancia, a día de hoy, en el Colo Colo de Héctor Tapia, es incuestionable. El 10 será, seguramente, la principal preocupación en su lucha por mantener la punta de Universidad Católica, que convertirá al joven Saavedra en su sombra. Dos futbolistas muy diferentes, con perfiles casi antagónicos tanto dentro como fuera de la cancha, condenados a librar una batalla crucial llamada a decidir el encuentro.
El veterano, lenguaraz, irreverente e imprevisible mediapunta colocolino, contra el lampiño, hermético (por decreto del club), equilibrado y sólido volante de contención cruzado. La inspiración y la iluminación contra el sacrifico y la constancia. La chistera contra el overol. El crupier y el Mago. Un cara a cara entre dos de los hombres de moda del torneo. El prometedor centrocampista que llama a las puertas del futuro y el incombustible ilusionista que se niega a irse.b