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El analista político Max Colodro, que participó en el operativo dirigido por Augusto Samaniego, recuerda cómo se hizo y el clima que se vivía en el partido, donde muchos creían que habría fraude.
Es una de las historias desconocidas del 5 de octubre de 1988. Ese día, el Partido Comunista organizó un recuento propio de la votación en el plebiscito. La comisión política del PC quería tener con rapidez los resultados que iban saliendo de las urnas, para la toma de decisiones durante ese tenso día. Era una manera de contar con un chequeo propio sobre lo que iba informando el gobierno, y diferente al recuento que tenía el comando del No.
El analista político Max Colodro, que entonces tenía 20 años y militaba en las Juventudes Comunistas (JJ.CC.), fue uno de los que participó en ese recuento. Había regresado desde el exilio a Chile en 1983 y tenía profunda desconfianza de un plebiscito que organizaba la dictadura. Su familia era “comunista de toda la vida”, con parentescos con la familia de Volodia Teitelboim, escritor y secretario general del PC entre 1989 y 1994, y con Raúl Pellegrín, líder del Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR).
De hecho, Colodro cuenta que cuando era militante de las JJ.CC., “me sentía más cercano al Frente que al PC”. Para el plebiscito “finalmente había aceptado que no había más alternativa que llamar a inscribirse en los registros electorales y votar por el No. El PC se demoró mucho en sumarse. Llamó a votar No tres meses antes del plebiscito. Fue el último partido en hacerlo”.
Radios y proyecciones
El sociólogo y filósofo dice que el PC organizó el recuento porque “quería tener de primera fuente resultados que le permitieran confirmar y tener sobre la mesa qué había pasado realmente, cuáles eran los datos objetivos, y en función de eso tomar las decisiones fuera cual fuera el escenario que se abriera a partir del 5 de octubre, es decir reconociera o no el régimen esos resultados”.
El PC organizó a un grupo de ingenieros vinculados al partido. En una de las empresas –Datacomque se dedicaba a hacer encuestas y contaba con modelos estadísticos como para hacer este recuento, eran socios la madre de Colodro, Nora Riesenberg, y el ingeniero civil Max Isakson, que estaban vinculados con grupos de ingenieros por la democracia.
“Se organizó un sistema de conteo paralelo a partir de datos que se iban a ir entregando por fuentes abiertas durante el día de la votación”, relata Colodro. Introducían en el sistema estadístico la información que entregaban las ra- dios y se iban haciendo proyecciones de los resultados.
El recuento se hizo en la oficina de la empresa, en una casa ubicada en Vicuña Mackenna esquina con Joaquín Díaz Garcés.
Las personas que quedaron formalmente a cargo de la parte operativa –dice Colodro– fueron el historiador Augusto Samaniego y un ingeniero que era primo de mi mamá, Franklin Friedman. De enlace con el PC estaba Samaniego, que era el encargado de revisar el trabajo que se hizo. Lo que hicieron fue pedirle ayuda a familiares, que básicamente éramos estudiantes universitarios.
Como Colodro estudiaba sociología en la Universidad de Chile, “y algo de estadísticas sabía”, le pidieron que trabajara con el grupo de jóvenes “que íbamos a estar a cargo de ir escuchando los resultados en las radios y llenando unas planillas que se iban a pasar a las personas que iban a hacer el ingreso de los datos a los computadores”.
Alrededor de las 11 de la noche ingresaban datos de forma continua, alimentando el sistema. “Lo sorprendente”, recuerda Colodro, fue que a pesar de que los números iban aumentando con celeridad, “la proyección de la variación cambiaba muy poco. Daba claramente una diferencia en torno a los 9 o 10 puntos a favor del No, que fue lo que ocurrió”.
Manuel Délano / Escuela de Comunicaciones y Periodismo U. Adolfo Ibáñez