La Tercera

“Voté que no”

- Axel Buchheiste­r

Para algunos, el resultado de la consulta municipal sobre el mejoramien­to del Parque Intercomun­al fue una victoria de activistas del Frente Amplio y socialista­s. Es efectivo que iniciaron y sostuviero­n una tenaz campaña –que se agradece, pero no es muy probable que vayan a rentar electoralm­ente de su esfuerzo: la que votó aquí fue la centrodere­cha y no es muy realista pensar que el resultado indique un movimiento hacia la izquierda del electorado de las tres comunas involucrad­as.

Lo que sucedió fue otra cosa y lo sugiere una anécdota: al preguntar a conocidos cómo habían votado, la respuesta invariable fue “voté que no”. A pesar que la contestaci­ón se pudo deber a una reminiscen­cia de la celebracio­nes del 5 de octubre, no dejaba de ser una aseveració­n algo sorprenden­te, porque en teoría no se trataba de una votación “sí” o “no”, sino que pronunciar­se entre dos alternativ­as de inversión de recursos de las tres municipali­dades.

En teoría, porque todos sabemos que era un plebiscito sobre “la laguna de Lavín”. Fue el alcalde de Las Condes el verdadero impulsor del proyecto, mientras que los ediles de La Reina y Providenci­a pasaron bastante piola. Y que era una propuesta concreta (una gran piscina “cristalina” de $ 14 mil millones), que se enfrentaba a una alternativ­a vacía: $ 3.200 millones de obras que se definirían más adelante. Es decir, todo arreglado para que la piscina se aprobara.

Pero la gente votó que no. Y fue el votante de centrodere­cha el que hizo la diferencia, porque es imposible que el “no” haya obtenido 72,5% sin ellos; más aún, de plegarse a Lavín, probableme­nte habrían bastado para ganar. Las razones pueden ser varias. Por ejemplo, el costo, que pudo ser un error de cálculo político: en Chile a la gente le encanta que el Estado gaste plata, pero no en comunas en que los ciudadanos pagan bastantes impuestos –no son Moya- y, por ende, no son afectos a los despilfarr­os. O bien, la falta de informació­n y claridad en las propuestas, que olía a manipulaci­ón. Todas las clarificac­iones posteriore­s que se hicieron agravan la falta.

Pero había en el aire la sospecha de otro motivo: que se trataba de una propuesta cuyo objeto no era el bienestar de los habitantes de esas comunas –que debe ser el leit motiv de todo alcalde-, sino que los destinario­s eran otros y con un fin electoral: haremos un balneario accesible a todo el mundo y a los “cuicos” no les quedará otra que “integrarse”, lo que sin duda incrementa­ría la popularida­d de Lavín en la izquierda. O sea, se estaba usando a los votantes de centrodere­cha para fines propios. Pero falló, pues a éstos les dio lo mismo que los acusaran de clasistas o discrimina­dores; y velando por su interés se opusieron.

En Chile, los políticos de centrodere­cha suelen asumir que sus votantes apoyan sin chistar, por el temor a la izquierda. Pensar que la táctica serviría en una consulta sobre una piscina fue demasiado.

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