La Tercera

Al fin del mundo

- Leonidas Montes Centro de Estudios Públicos

Pronto se cumplirán tres años de la partida de Douglas Tompkins, un empresario, aventurero y filántropo que dejó marcadas huellas en nuestro país. Y también un legado que nos conmueve y enorgullec­e. Su compañera de expedición, Kris Tompkins, ha seguido la ruta que emprendier­on hace ya más de 25 años. Han creado cinco nuevos parques y han contribuid­o para habilitar unas 4,5 millones de hectáreas de áreas protegidas en Chile. Una obra que es reconocida a nivel internacio­nal. Y todo esto lo han hecho -hay que destacarlo­con el empuje y tesón del extranjero que cae en tierras chilenas, el país con una de las mayores tasas de desconfian­za.

Chile posee hoy un 21,5% de áreas terrestres protegidas. Y la Patagonia, comprendid­a entre la Región de Los Lagos, Aysén y Magallanes, concentra el 90% del total. Eso sí, invertimos muy poco en ellas. El Estado aporta unos 20 millones de dólares y lo demás, casi la mitad, proviene de los ingresos de los parques. Esto resulta incomprens­ible ya que el valor de estos parques es inmenso. Se podría pensar que la sociedad civil podría ayudar en estas materias, pero la realidad es otra: nuestro sistema tributario castiga las donaciones con fines medioambie­ntales. Si una persona natural o jurídica quiere ayudar a promover la conservaci­ón de nuestra naturaleza mediante una donación, pierda cuidado que esto le saldrá caro. La persona estará afecta al impuesto de herencia, asignacion­es y donaciones con cargo al donatario. Y si el donante es una empresa, será tratado como un gasto rechazado afecto al impuesto a la renta.

Más de seis millones de extranjero­s vinieron a Chile en 2017, y muchos visitaron nuestra Patagonia. Es evidente que esta última cifra crecerá con el tiempo. La razón es simple: Patagonia es un irresistib­le imán para el turismo internacio­nal. Pero no hacemos mucho por su conservaci­ón.

Douglas Tompkins, el fundador de North Face y Esprit dejó todo por la naturaleza y nuestra Patagonia. Y murió en el lago Carrera. No podía irse de otra manera. Pero en Chile somos desconfiad­os y malos para reconocer. Ya es tiempo de tomarnos en serio lo que hoy significa para las futuras generacion­es esa pasión por la naturaleza y su defensa de la Patagonia. Tompkins nos dejó lecciones. Y también muchas tareas pendientes. Esta posta sigue ahora en manos de Kris Tompkins, su compañera que hoy preside la Fundación Tompkins.

Chile ha progresado y ha cambiado mucho. Las nuevas generacion­es valoran y entienden la importanci­a de la naturaleza. Saben que las chimeneas están en retirada. Ya es tiempo de que algún líder tome esta bandera. En la discusión tributaria, ¿es demasiado osado pensar que algún parlamenta­rio con visión de largo plazo promueva una nueva Ley Tompkins que al menos no impida apoyar vía donaciones el gran legado conservaci­onista?

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