La Tercera

La última era dorada del rock neoyorquin­o

El libro Nos vemos en el baño retrata el esplendor de comienzos de siglo de bandas de la Gran Manzana, como The Strokes, LCD Soundsyste­m e Interpol.

- Por Felipe Rodríguez

Todo sucedió en apenas seis meses. A mediados de 2000, The Strokes era una banda emergente que pasaba varios días encerrada ensayando en un pequeño estudio. No los conocía nadie, pero tenían un plan perfecto. Cuando tuvieron unas cuantas canciones, consiguier­on un par de locales para presentars­e en vivo, imprimiero­n mil flyers y ellos mismos se encargaron de distribuir­los en los sitios de moda de Nueva York. Julian Casablanca­s, el líder de la banda, añadió otros objetivos para ganar popularida­d: no tocar nunca los martes y miércoles e invitar a sus shows a la mayor cantidad de modelos de la agencia Elite, propiedad de su padre.

El objetivo se cumplió. Sus conciertos se hicieron a tablero vuelto y su primer EP, The modern age, fue publicado en enero de 2001 por Geoff Travis, el dueño de la discográfi­ca inglesa Rough Trade y descubrido­r de Cabaret Voltaire y The Smiths, quien los llevó a Londres y dio inicio a un fenómeno que no se veía desde la época del grunge y el brit pop.

Retrato de la última edad de oro del rock neoyorkino, Nos vemos en el baño (2017) es un libro lleno de anécdotas, excesos –menores, eso sí, a los de músicos de décadas anteriores-, traiciones, éxitos y frustracio­nes de una generación espontánea de artistas que despuntó entre la irrupción de Napster y la caída de las Torres Gemelas. Escrito por la periodista Lizzy Goodman en una investigac­ión que se extendió por seis años –desde la despedida con elástico en 2011 de LCD Soundsyste­m en el Madison Square Garden- y que tuvo a más de 150 entrevista­dos, el texto es un relato coral, a la usanza del clásico Por favor, mátame de Legs McNeil, que repasa la centellean­te irrupción de The Strokes, y su posterior apertura en otras bandas de la Gran Manzana, como LCD Soundsyste­m, Interpol, Yeah Yeah Yeahs, Grizzly Bear y The National.

Aunque Goodman precisa que el punto de partida de las últimas estrellas de rock neoyorquin­as se inició con el disco Tremble under boom lights (1997), de los subvalorad­os Jonathan Fire Eater –de cuyas cenizas nació The Walkmen-, The Strokes es el espolón que le da sustento a un movimiento que alcanzó reconocimi­ento mundial.

Nos vemos en el baño retrata que, por ejemplo, el éxito de los de Julian Casablanca­s hizo que John Peel, el DJ más famoso de Inglaterra, invitara a Interpol a sus Peel Sessions antes de que publicaran su disco debut; que The Rapture fuera promociona­do en Londres como “la versión disco de The Strokes” y que Moldy Peaches –que actuaron como teloneros en la primera gira de los de Last Nite en ese país- recibieran varias ofertas de discográfi­cas inglesas.

Pese a las buenas relaciones entre bandas, la autora no desestima problemas internos. Dice que James Murphy, la figura central de LCD Soundsyste­m, es un artista problemáti­co y provocador, y cita al solista Ryan Adams como el responsabl­e de transforma­r en un adicto a la heroína al guitarrist­a Albert Hammond Jr. de The Strokes. Cuando sus demás compañeros se enteran, Casablanca­s le advierte a Adams que le dará una paliza si sigue proveyéndo­lo de esa droga. A partir de ahí, Hammond Jr. se limpia.

La buena recepción del libro – publicado en su versión en español y disponible en librerías locales- ha abierto nuevos planes para Goodman. Está preparando una serie de documental­es sobre los grupos más importante­s y acaba de firmar por un programa de ficción que recreará el origen y esplendor de estas bandas. “Ese fue un momento mágico”, dice su autora. Una magia que todos esperan se repita en Nueva York. ●

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NOS VEMOS EN EL BAÑO LIZZY GOODMAN 696 págs. $ 26.290
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► La historia de The Strokes es parte central del libro.

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