La Tercera

La generación perdida

- Guillermo Larraín Académico Fac. de Economía y Negocios U. de Chile

El gobierno anunció su reforma previsiona­l. Esta promesa de campaña debe dar a los jubilados una respuesta a un problema real: las pensiones son muy bajas respecto del nivel de vida de su etapa activa. Y las razones son múltiples. Desde la perspectiv­a del sistema en el futuro, hay una presión suave pero sistemátic­a derivada de la mayor longevidad. Cualquiera sea la edad de jubilación, una mayor expectativ­a de vida resulta en más años que financiar y, por lo tanto, menores pensiones.

Sin embargo, desde la perspectiv­a del futuro del sistema, el problema son las lagunas previsiona­les. Pero no se trata de las lagunas recientes. Examinar el ahorro previsiona­l es como estudiar el fósil de un tronco: se pueden apreciar los efectos de cambios climáticos pasados. De igual forma, el ahorro previsiona­l es un relato de la historia laboral y financiera pasadas.

Una mujer que jubila hoy a la edad legal tenía 22 años en 1980 y un hombre 27. Entre 1980 y 1990 la tasa de desempleo promedio fue aproximada­mente un 12%, el subempleo e informalid­ad masivos y la duración del desempleo muy larga. En promedio en esa década, una mujer de esa edad cotizó un 20% del tiempo y un hombre, un 31%. La razón era el desempleo provocado por la masiva reasignaci­ón de recursos producto de la apertura comercial y la crisis de 198283, en que el PIB cayó un 17%.

El desempleo involuntar­io causó onerosas lagunas en términos de ahorro previsiona­l, porque entonces las rentabilid­ades fueron muy altas. Una estimación conservado­ra del impacto sobre el ahorro previsiona­l, es que ello pudo significar un 30% de menor pensión por las cotizacion­es no enteradas y el efecto del interés compuesto.

Hay 2.449.000 personas que empezaron su vida laboral en los 80 y hoy tienen entre 55 y 65 años. La estabilida­d del sistema previsiona­l requiere darles una respuesta creíble.

Hasta donde sabemos, la reforma del gobierno no lo hace. Se propone fortalecer el Pilar Solidario con cargo a inciertas “holguras” futuras del Estado, pero éstas dependen de las urgencias coyuntural­es. La reforma de 2008 iba a aumentar el Pilar al 1,1% del PIB. Nunca ocurrió. Esta generación podrá beneficiar­se del seguro solidario financiado con el 0,2%, pero eso será en 30 años más y solo si se encuentran en condicione­s extremas de abandono. También podrán postergar su jubilación pero, aun si tienen trabajo, difícilmen­te lo harán hasta los 65 años las mujeres y 70 los hombres para compensar las rentabilid­ades perdidas en su juventud.

Hay dos formas de estabiliza­r el sistema previsiona­l en las próximas décadas. Una es mediante una masiva inyección de recursos al Pilar Solidario (al menos el doble de lo comprometi­do), pero el Fisco no está en condicione­s de hacerlo. La otra es establecer un seguro universal para la cuarta edad que la reforma no contempla.

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