La Tercera

ROL DE LA OPOSICIÓN EN REFORMAS CLAVE

La oposición constructi­va puede hacer aportes sustancias a las reformas estructura­les que el país demandó en las urnas.

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Hay una parte de la oposición política al gobierno que rechaza la evolución económica social y política de Chile en décadas recientes, y aboga decididame­nte por una refundació­n profunda de la institucio­nalidad chilena para impulsar fórmulas colectivis­tas. Pero otros, en esa oposición, entienden la convenienc­ia para el país de mejorar su democracia de institucio­nes, su economía libre, y sus políticas públicas. Por considerac­iones tácticas, sin embargo, esta parte de la oposición política, que sí valora la institucio­nalidad del país, no logra explicitar una visión autónoma, asentada en sus propias conviccion­es, desde la cual involucrar­se proactivam­ente en la gestión de los asuntos públicos. Privilegia­ndo la necesidad de contener los avances de la izquierda más extrema, y descuidand­o el centro político, se mantiene, por ahora, haciendo causa común con todos los sectores que unió la segunda vuelta en la última elección presidenci­al, en lo que básicament­e es una oposición muy cerrada al gobierno, con un discurso con fuertes sesgos “refundacio­nales”.

Por cierto, no todos los elementos en la oposición que valora la institucio­nalidad chilena están cerrados a la posibilida­d de participar constructi­vamente en la gestión de los asuntos públicos. Un notable ejemplo es la participac­ión de autoridade­s muy relevantes de la antigua Concertaci­ón en la elaboració­n de un diagnóstic­o de requerimie­ntos del país para llegar a su desarrollo integral, donde se consensuar­on visiones para avanzar en el perfeccion­amiento de las institucio­nes del país. Pero lo que predomina -entre legislador­es de oposición y los técnicos de la reciente administra­ción Bachelet- es la reticencia a validar con su participac­ión la orientació­n que el gobierno busca imprimir a las reformas que es más urgente abordar.

Esto es muy inconvenie­nte para el país. En ese posicionam­iento táctico, se presta legitimida­d a propuestas y conceptos muy dañinos para el bienestar de los chilenos. Así, se rechaza la propuesta de reforma previsiona­l del gobierno por no recoger la animosidad de algunos sectores contra las AFP, a pesar de que se reconoce “técnicamen­te” que estas administra­doras han invertido en forma segura y exitosa; o por no incorporar elementos de “reparto”, esto es, financiar el refuerzo al pilar solidario que propone el Ejecutivo con impuestos al trabajo, algo que conduciría a un deterioro grave del mercado laboral. También, en el campo tributario, la oposición parece dispuesta a subordinar cualquier considerac­ión relativa al crecimient­o, o a la equidad tributaria, a su rechazo a rebajar impuestos “al 1% más rico”.

El país requiere una reforma tributaria, una previsiona­l y una laboral, con una orientació­n en línea con el mandato democrátic­o y procrecimi­ento expresado en las urnas. Dentro del amplio rango de lo consistent­e con dicho mandato -que supone preservar un régimen de incentivos que potencie la inversión en capital físico y humano, el ahorro y el esfuerzo laboral- hay aportes fundamenta­les que podría hacer una oposición constructi­va. Postergar ese aporte está limitando las posibilida­des del país, que requiere despejar dudas sobre el futuro de sus institucio­nes para retomar su ritmo de progreso.

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