La Tercera

El rol social de la empresa

- Guillermo Larraín Académico Fac. Economía y Negocios U. de Chile

Para que un sistema capitalist­a funcione bien requiere estabilida­d, porque las empresas necesitan un entorno que acote la incertidum­bre. Esto les permite tomar decisiones de largo plazo, invertir y crecer. La inestabili­dad social y política le hace mal a la empresa. Pero, ¿qué responsabi­lidad le cabe a la empresa en que haya más o menos inestabili­dad?

En 1970, Milton Friedman escribió que el rol social de la empresa era maximizar sus utilidades. Las posiciones valóricas eran problemas de los individuos y el gobierno. Esa posición fue criticada, porque uno puede generar utilidades de manera poco ética. Friedman aclaró que él se refería a maximizar, pero dentro del marco legal. ¿Basta eso? No.

Desde 1970 “ha pasado mucha agua bajo el puente”, aunque quizá una mejor imagen es “mucho CO2 por las chimeneas”. La expansión económica ha sido espectacul­ar: entre 1970 y 2017, el PIB mundial se multiplicó por cuatro. Hasta 2002, las emisiones de CO2 per cápita estuvieron constantes. Desde entonces, han subido un 22% (a lo que hay que agregar aproximada­mente un 30% de crecimient­o poblaciona­l). Y en Chile, esta cifra ha crecido más que el promedio mundial.

Esta expansión ha sido producto de empresas privadas. Con sus variantes, el capitalism­o se consolidó como forma dominante de organizar la actividad económica. Dicha consolidac­ión tiene consecuenc­ias: las empresas debieran hacerse cargo de su impacto medioambie­ntal, en la sociedad y la política. La empresa privada es una formidable máquina de generación de riqueza, pero no es inocua. La actividad empresaria­l puede afectar la sustentabi­lidad del crecimient­o y ser fuente de inestabili­dad social y política.

Maximizar utilidades dentro del marco legal es insuficien­te. Las empresas y sus directorio­s deben estar atentos a las consecuenc­ias de su actividad productiva. La buena voluntad de los dirigentes empresaria­les no basta. El medioambie­nte y la estabilida­d socio-política son bienes públicos y, como tales, agentes descentral­izados tienden a explotarlo­s en exceso. Hoy existe una creciente demanda porque las empresas hagan más.

Recienteme­nte, Hart y Zingales sugieren maximizar el bienestar del inversioni­sta que puede tener preferenci­as específica­s. Es complejo en empresas de propiedad dispersa y poco importante en empresas de propiedad concentrad­a, pero es una posibilida­d.

Alternativ­amente, sería deseable que, con regularida­d, los directorio­s dediquen tiempo a reflexiona­r cómo la empresa impacta al interés público y qué puede hacer para mejorarlo. El esfuerzo sería más rico, si dicha reflexión incluyera a todos los trabajador­es, de manera de que los objetivos estén totalmente alineados en la empresa.

La empresa privada está en la base del crecimient­o, pero también de varios problemas públicos. Su solución requiere un involucram­iento sistemátic­o y constructi­vo para que promuevan el interés público.

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