La Tercera

Indemnizac­iones

- Rolf Lüders Economista

Es probable que la evolución de la economía y del empleo determine el futuro de la actual coalición gobernante. Ese crecimient­o económico será en función del esfuerzo que haga el gobierno para aumentar, más allá de lo ya logrado, la demanda por inversione­s. No obstante, el mayor empleo dependerá, además de lo anterior, de las medidas que pueda tomar el gobierno para flexibiliz­ar el mercado del trabajo.

Una de las caracterís­ticas de nuestra institucio­nalidad laboral es la existencia de indemnizac­iones por despido proporcion­ales a los años de servicio del trabajador, con un tope de 11 meses para aquellos contratado­s a partir de 1981, y sin tope para los demás. El derecho se adquiere una vez enterado un año de trabajo.

Este tipo de indemnizac­iones constituye­n una trampa. Los empleados, si se cambian de trabajo, pierden los derechos a indemnizac­ión acumulados, y los empleadore­s, si desean despedir a alguien, deben incurrir en un costo financiero que a menudo no están en situación de afrontar. Además, incentiva la informalid­ad, especialme­nte de los obreros de baja calificaci­ón. Como resultado, hay en nuestra economía una parte de los trabajador­es y empleadore­s descontent­a y otra sin protección social. Todo esto se traduce en una economía menos productiva.

Los derechos de indemnizac­ión se eluden masivament­e. Por ejemplo en el agro, el número de temporeros (no afectos a indemnizac­ión) es mucho mayor a aquél de trabajador­es con contrato de tiempo indefinido. No obstante, una elevada proporción de los temporeros trabaja para un solo empleador, renovando contrato durante el año y eludiendo así el derecho a indemnizac­ión.

Por lo anterior, no es de extrañar que el grupo de trabajo nombrado por el Presidente Sebastián Piñera, para estudiar las medidas conducente­s al desarrollo integral del país, sugiriera reemplazar al actual sistema de indemnizac­ión por alguna alternativ­a que le dé similar protección al trabajador, sin inhibir la formalidad y la movilidad.

Es cierto que el ministro del Trabajo declaró que no está en los planes del gobierno terminar o rebajar la actual indemnizac­ión por años de servicio. Con ello, segurament­e quiso reafirmar que los derechos existentes a tal indemnizac­ión serán respetados estrictame­nte, como correspond­e en un estado de derecho. Pero lo cortés no quita lo valiente.

La actual indemnizac­ión por años de servicio inhibe la movilidad laboral e incentiva la informalid­ad, y por ende tiene importante­s costos para el país. Urge entonces implementa­r algún esquema alternativ­o –como podría ser un seguro de cesantía expandido y perfeccion­ado- que beneficie a los nuevos contratado­s y a aquellos en ejercicio que opten por ello.

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