IGUALES Y DESIGUALES
SEÑOR DIRECTOR
El Presidente de la República acaba de promulgar la Ley de Identidad de Género y, tal como reconoció, ésta es fruto de una larga lucha de las personas trans*, en la que han sufrido humillaciones y vejaciones.
Esta ley viene, en una medida importante, a reivindicar el derecho a la identidad –un derecho fundamental– de personas a las que les ha sido negado el reconocimiento como miembros plenos de nuestra comunidad política.
Lleva razón el Presidente, entonces, cuando afirma que esta ley importa un paso adelante en la dirección de una sociedad más humanitaria, digna e igualitaria. Una en que se nos permita ser “arquitectos de nuestras propias vidas”.
Sin embargo, deseamos llamar la atención sobre la situación de personas que –pese a las palabras presidenciales– parecen quedar al margen de esa igualdad. Es el caso de los y las adolescentes de entre 14 y 18 años de edad, quienes podrán –señala la promulgada ley– iniciar el proceso de reconocimiento de su identidad de género autopercibida, sólo en la medida que sus padres o madres así lo solicitan. El proyecto carece de mecanismos para destrabar un eventual conflicto entre la voluntad de los padres y madres, de una parte, y adolescentes, de otra.
Y peor aún es la situación de niños y niñas menores de 14 años, quienes siguen siendo invisibles como sujetos de derecho.
Ximena Gauché
Universidad de Concepción
Domingo Lovera
Universidad Diego Portales