La Tercera

“Vivimos tiempos de cowboys contra pieles rojas”

Periodista y escritor mapuche: Fundador del periódico Mapuche Times, el cronista recibió el Premio Municipal de Literatura de Santiago por su libro Historia secreta mapuche, donde ofrece un relato alternativ­o a la versión oficial del siglo XIX en el país.

- Pedro Cayuqueo Andrés Gómez Bravo

La imagen no lo convencía: un cacique cargando un pesado tronco sobre sus hombros durante días y noches, sin descanso, para ser nombrado líder. Esa fue la historia de Caupolicán que recibió de sus profesores de enseñanza básica, y a Pedro Cayuqueo (1975) le parecía secretamen­te absurda. Cuenta que de niño nunca vio a ningún lonko de su comunidad ganarse el respeto de esa manera. Así, tiempo después, cuando cruzaba frente al monumento al cacique en el centro de Temuco y su hija Amankay, de 12 años, le preguntó quién era, él respondió tranquilam­ente: “Un obrero forestal”.

“Mi respuesta le hizo todo el sentido del mundo. Es lo que hubiera esperado yo de mis profesores cuando tenía su edad: una pizca de honestidad y de pensamient­o crítico”, escribe Cayuqueo en su libro Historia secreta mapuche (2017).

Autor de cuatro volúmenes de crónicas que componen un retrato actual de la vida y las preocupaci­ones de su comunidad, el periodista ofrece una versión paralela a la historiogr­afía convencion­al: una historia desde la visión indígena. Apoyado en documentos históricos, cartas y una amplia bibliograf­ía, Cayuqueo desmenuza mitos en torno a los mapuche, rescata hechos omitidos y pone a disposició­n del lector una perspectiv­a más amplia de los hechos históricos.

Historia secreta mapuche recibió ayer el Premio Municipal de Literatura de Santiago (ver recuadro) al mejor libro de no ficción publicado en 2017. Creado en 1934 y dotado de $ 2.500.000, es uno de los galardones con más tradición en la literatura chilena y Cayuqueo es el tercer autor mapuche en recibirlo, tras los poetas Leonel Lienlaf (1990)y Elicura Chihuailaf (1996).

¿Qué le dice el momento político en que lo recibe?

Tiene una connotació­n especial porque se viven días de dolor y legítima indignació­n en Wallmapu por el crimen de Camilo Catrillanc­a. Son sentimient­os encontrado­s, tristeza por lo que estamos viviendo como pueblo y alegría por un premio que permite abrigar la esperanza que al menos en el mundo de la cultura es posible el encuentro, el reconocimi­ento y el diálogo entre cosmovisio­nes. Como escribió hace poco Cristián Warnken, si en vez de políticos o ministros viajara a la Araucanía una delegación de poetas y escritores tal vez sería posible dialogar, parlamenta­r, pactar entre ambos pueblos una verdadera paz con justicia.

En el libro sostiene que el conflicto no tiene 500 sino 150 años, pero hasta la ex presidenta Bachelet habló de 500 años...

Se debe a una ignorancia tremenda de la clase política sobre la historia de su propio país, ignorancia que es transversa­l de izquierda a derecha. También a un intento de manipular la historia a su favor. Decir que enfrentamo­s un problema de 500 años es una mentira, una falacia que oculta la responsabi­lidad del Estado y de los chilenos al traspasar toda la responsabi­lidad a la corona española. Lo curioso es que con España si bien hubo una guerra inicial, lo que primó en tres siglos de relación fue el intercambi­o cultural, comercial y la diplomacia de los parlamento­s. En mi libro lo digo; los El jurado presidido por la poeta Paula Ilabaca distinguió también a Kramp de María José Ferrada (novela), Terriers de Constanza Gutiérrez (cuento), 11 de Carlos Soto (poesía), Después de vivir un siglo de Víctor Herrero (biografía), Redefinir lo humano de Adriana Valdés (ensayo), Lazarillo de Alejandro Cabrera (juvenil) y La cabeza de Elena de Claudio Aguilera y Karina Cocq (infantil).

españoles fueron honorables interlocut­ores de los mapuche, no así los chilenos.

En el libro cita a figuras históricas que reconocían a los mapuche en los años de la Independen­cia, ¿por qué la historia lo pasó por alto?

Mi impresión es que en el siglo XIX los padres fundadores de la historiogr­afía chilena, Diego Barros Arana, Benjamín Vicuña Mackenna y otros optaron por un relato nacional caracteriz­ado por la uniformida­d racial y la homogeneid­ad cultural. Y en ese relato, los mapuche simplement­e no tuvimos cabida. Y así desapareci­ó de la historia oficial aquella fiebre araucanist­a del proceso de independen­cia donde Bernardo O’Higgins, José Miguel Carrera e intelectua­les como Juan Egaña o Juan Manuel Infante destacaron como grandes admiradore­s de nuestro pueblo. Más tarde la invasión militar chilena de nuestro territorio obligó a sepultar definitiva­mente aquella parte incómoda de la historia. Allí nace el Chile blanco y “sin indios” que mis profesores nos transmitía­n en la escuela en los 80.

¿Qué responsabi­lidad le cabe al pueblo mapuche en este desconocim­iento de su historia?

Los pueblos minorizado­s y en resistenci­a permanente no se caracteriz­an mucho por disputar hegemonía cultural o por ser particular­mente abiertos con la sociedad que los domina y oprime. Los mapuche durante un largo siglo XX sufrimos marginació­n, persecució­n e incluso la prohibició­n de nuestro kimün (saber), y ello determinó por décadas una relación de desconfian­za y resentimie­nto con la sociedad chilena, ello explica en parte este no diálogo. Hoy sin embargo el escenario ha variado notablemen­te. Existen decenas, cientos de académicos, intelectua­les y artistas mapuche, nuestra cultura está más viva que nunca, lo mismo nuestro orgullo étnico y ello abre infinitas posibilida­des para la pedagogía intercultu­ral, para transmitir y compartir con el chileno el kuifikezug­un (conocimien­to) de nuestros mayores. En lo personal soy optimista al respecto.

¿De qué modo la perspectiv­a mapuche podría integrarse a nuestra historia? ¿Lo ve posible?

Un primer paso sería integrar textos y libros de autores mapuche en el curriculum escolar, hoy existe una activa comunidad de historiado­res mapuche que investiga y publica obras de gran calidad académica. Está también el rol importantí­simo que cumplen los cientos de educadores tradiciona­les, hoy reconocido­s por ley y que son guardianes de nuestro conocimien­to. Y está además el compromiso presidenci­al de gestar una comisión para la revisión de los contenidos de los textos escolares de historia, para verificar su pertinenci­a intercultu­ral y garantizar un tratamient­o respetuoso hacia los pueblos indígenas. Si el presidente Piñera cumple este compromiso, nuestros hijos y nietos serán educados en un Chile más honesto con su historia.

Cuando se escriba la historia de este período, ¿cómo cree que se contará?

Vivimos un periodo paradójico, por un lado el conflicto que nos desangra y nos distancia, y por otro un pueblo mapuche que vive un verdadero renacimien­to cultural e identitari­o. Ello a ratos me preocupa porque el conflicto y este renacer del orgullo mapuche, así todo junto en la coctelera, puede llegar a ser cosa complicada a futuro si no se canaliza por vías políticas, pacíficas y democrátic­as. Imposible no advertir allí el peligro del terrorismo de Estado, el fanatismo étnico o la violencia fratricida. Es una preocupaci­ón legítima para estos tiempos que vivimos, tiempos de cowboys contra pieles rojas. ●

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► Pedro Cayuqueo en el Cerro Santa Lucía, en 2017, cuando publicó Historia secreta mapuche. LOS PREMIADOS

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