Guerra Fría, la nueva joya del cine europeo
La trágica historia de amor de Pawel Pawlikowski, ganador del Oscar por Ida, se estrena el 3 de enero en el país tras arrasar en los European Film Awards y quedar ayer entre las nueve preseleccionadas a la estatuilla 2019.
En el año 2006, la esposa de Pawel Pawlikowski (1957) enfermó de cáncer y el director abandonó el rodaje de su película The restraint of beasts para cuidarla. Seis meses más tarde, ella ya no estaba, el largometraje se había esfumado y el realizador comenzó a trabajar a tiempo completo en la National Film School para costear los estudios de sus dos hijos. La pérdida familiar dejó sus huellas y Pawlikowski, desconectado y desorientado, emigró de su adoptiva Gran Bretaña para rodar en cualquier parte.
Primero fue París, la ciudad donde transcurrió The woman in the fifth (2011), pero más temprano que tarde volvió al país de sus padres: en Polonia realizó Ida (2013) y Guerra fría (2018), los dos filmes que lo hicieron conocido en el mundo. Con el primero ganó el Oscar a la Mejor película extranjera 2015 y con Guerra fría logró el galardón a Mejor director en el Festival de Cannes 2018. El largometraje, triunfador en los European Film Awards (EFA) y preseleccionado a competir por el Oscar extranjero, se estrenará en Chile el próximo 3 de enero.
Por la estatuilla extranjera, la principal contendora de Guerra fría es Roma de Alfonso Cuarón (ver nota secundaria) . Con aquella cinta comparte su magnífico blanco y negro y, más oblicuamente, una raíz autobiográfica: si Roma es la recreación de la infancia de su director, Guerra fría está inspirada parcialmente en la tempestuosa relación afectiva de los padres de Pawlikowski.
Ganador de los EFA a Mejor pelí- cula, director, actriz y guión, Guerra fría transcurre en los 50, desde los primeros años del comunismo en Polonia hasta las iniciales defecciones a Occidente a fines de la década. Sus protagonistas son Zula (Joanna Kulig) y Wiktor (Tomasz Kot), una cantante y un pianista que se enamoran cuando la primera es reclutada para un grupo musical gubernamental del que Wiktor es examinador.
Es curioso que Guerra fría se cruce en el camino a los Oscar con Roma. Pawel Pawlikowski contaba en mayo al portal Deadline que es amigo de Alfonso Cuarón y que el mexicano fue un indirecto impulsor del largometraje: “Una vez le conté el proyecto de Guerra fría y me respondió: ‘Cabrón, debes hacer esa película. Es la mejor historia que me has contado en tu vida’”.
La trama anidaba entre los proyectos de Pawlikowski desde hacía muchos años. De la misma manera que en la anterior Ida, las circunstancias históricas definen el destino de los protagonistas. En la ganadora del Oscar, la Segunda Guerra determinaba la vida de monja de su protagonista, que ya tarde se enteraba de que sus padres eran judíos y habían muerto en el Holocausto.
En Guerra fría, las cortapisas del socialismo real distancian una y otra vez a los dos amantes, que se enfrentan de diferente manera a esas reglas del juego: Zula parece ser más pragmática y no tiene problemas en asegurarse el futuro bajo los auspicios del gobierno, Wiktor es un romántico que detesta la verticalidad de mando, la propaganda oficial y huye a París.
La película fue filmada en el “formato académico”, el más común en Hollywood antes que apareciera “panorámico”. En estas coordenadas los rostros tienen especial relevancia, destacando cada una de las inflexiones faciales de Zula y Wiktor en sus sucesivos enamoramientos, separaciones y reencuentros.
Herido por la promesa incumplida de que su amante lo seguiría en su exilio en París, Wiktor se gana la vida como melancólico pianista de club de jazz en la capital francesa. No pasará mucho hasta que sus caminos se crucen en un país “neutro”, la Yugoslavia socialista de Josip Broz Tito, donde Wiktor se salva de ser mandado de vuelta a Polonia.
No lo reenvían a su Varsovia natal, pero sí otra vez a París, donde por segunda vez se reencontrará con la inestable Zula, alcoholizada, aburrida de su matrimonio con un burócrata y decidida a vivir para siempre con Wiktor.
No conviene revelar un segundo más de la trama de Guerra fría: dura apenas una hora 28 minutos, nada le sobra y todo merece ser visto. Durante el Festival de Cannes era candidata firme a la Palma, pero la japonesa Shoplifters pudo más. En la entrega de los Premios del Cine Europeo de este sábado en Sevilla, la cinta polaca ya no tenía a la nipona enfrente y se consolidó como el largometraje europeo más premiado del año, con cuatro galardones. A sus espaldas quedaron las italianas Lazzaro felice y Dogman, la sueca Border y la belga Girl, todas de primer nivel.
Pawlikowski, que a pesar o quizás debido a sus desgracias personales tiene un sentido del humor algo fatalista, recibió así los premios: “Quiero agradecer a mis padres por haber tenido una tan desastrosa, pero finalmente hermosa vida”. ●