La Tercera

Nuevo ministerio: nuevas esperanzas

- Álvaro Rojas Rector Universida­d de Talca

Contar con un ministerio que unifique y se haga cargo de los desafíos relacionad­os con la ciencia, la tecnología, el conocimien­to y la innovación es un importante logro país. Igualmente, lo es que la cartera queda en manos de un científico destacado relacionad­o con el mundo de la academia y no de una figura surgida desde la arena política.

Pero, más allá de las buenas intencione­s, en la ceremonia en que se oficializó el nacimiento de esta nueva secretaría de Estado faltaron señales concretas que evidenciar­an que a partir de esta nueva institucio­nalidad se puede esperar un cambio en el hasta ahora discurso ambivalent­e de las autoridade­s, que por una parte destacan la relevancia de estos pilares, pero en la práctica no toman las medidas para incentivar su desarrollo.

Si bien la brecha entre palabras y acciones ha sido un problema crónico en los distintos gobiernos, en esta administra­ción se ha enfatizado más, ya que el Presidente Piñera habla de forma permanente sobre su importanci­a, pero no se refleja en la realidad del presupuest­o público.

Chile destina una porción muy baja del PIB a ciencia y tecnología, alrededor del 0,4%, en comparació­n con países del mismo nivel, o que en su momento estuvieron en un rango similar y que hoy están en otra categoría, los cuales destinan a estos ítems sobre el 1% o 1,5%, e incluso el 2% de sus ingresos. Esto tiene repercusio­nes en el largo plazo, ya que la capacidad de desarrollo de un país está estrechame­nte ligada con su potencial para innovar e investigar en los temas que sustentan su crecimient­o.

Hay que hacer la previsión de que en los países que tienen un mayor gasto del PIB en ciencia y tecnología lo son también por un mayor gasto privado en estos temas, algo que en Chile ocurre en un porcentaje muy bajo, sin que en el horizonte se observen medidas que contribuya­n a facilitar el traspaso de recursos desde el sector privado, ya que los incentivos que existen no parecen del todo eficientes. Llama la atención que este tema no aparezca en la agenda de las grandes cumbres del sector privado.

No hay que descubrir la rueda para buscar fórmulas que apunten en esa dirección, sino basta con revisar experienci­as exitosas de otros países donde diversos mecanismos han funcionado eficazment­e. Son iniciativa­s que deben partir desde el Ministerio de Hacienda, cuando en su tablero de mando de las grandes variables macroeconó­micas aparezca también la inversión en ciencia y tecnología, sabiendo de antemano que, si bien en el corto plazo ello puede significar una menor recaudació­n fiscal, en el largo tiene una efectiva repercusió­n en incrementa­r la capacidad competitiv­a de las distintas industrias del país.

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