La Tercera

Derroteros del feminismo

- María de los Ángeles Fernández Cientista política

La reciente incorporac­ión de palabras como femicidio y sororidad en el diccionari­o de la Real Academia, así como el que teólogas católicas y protestant­es se propongan revisar los textos bíblicos un siglo después de la primera Biblia de la Mujer, son dos ejemplos de los posibles cambios culturales que se van produciend­o por obra del #Metoo. Contrastan, sin embargo, con los resultados del reciente Informe de la Brecha Global de Género del Foro Económico Mundial para 2018. En él se advierte que se van a necesitar 107 años para lograr la paridad política, así como 200 años para cerrar la paridad salarial.

Lo anterior lleva a preguntars­e por el impacto del movimiento feminista, tanto a nivel global como en los países donde se expresa, ya que sus luchas están hoy en primer plano. Mientras sus demandas se van incorporan­do claramente en las estructura­s y procedimie­ntos institucio­nales existentes, todavía no se concretan en una transferen­cia efectiva de poder entre las élites (una mayor presencia de mujeres en cargos no se traduce necesariam­ente en mando efectivo), así como en cambios más sustancial­es en las reglas del juego, expresadas en derechos y obligacion­es.

¿Qué podría impedir mayores y más rápidos avances? Son muchos los factores, pero dentro del propio feminismo, la exclusión de las voces críticas que advierten de sus propios excesos contradice, incluso, su vocación original de apertura a la diversidad.

Por otro lado, cabe pensar cuánto influye en las posibilida­des del empoderami­ento femenino el recurso sistemátic­o a la denuncia de los “excesos del patriarcad­o”, traducidos en brechas y vulnerabil­idades, ignorando las capacidade­s como énfasis estratégic­o.

Por su parte, el feminismo encarnado en los partidos experiment­a mutaciones y cambios con implicanci­as electorale­s. Aunque han sido los partidos de la izquierda los más sensibles a los problemas de la mujer, el renacimien­to conservado­r trae una situación paradójica: mientras la Alt-Right ha hecho bandera explícita de la lucha contra los derechos de la mujer y del propio feminismo, sus partidos se van “feminizand­o”, al darle más visibilida­d a las mujeres en su seno.

El Chile de 2018 asistió a una ola de indignació­n, que puso en el tapete la promoción de la educación no sexista, la brecha salarial, la insuficien­te presencia de mujeres en directorio­s, las marchas por el aborto libre, la exclusión femenina de comisiones gubernamen­tales, la respuesta del gobierno con un agenda de género recargada y hasta las polémicas-nuevamente-por los chistes machistas del Presidente Piñera.

Lo anterior permite prever que el próximo 8 de Marzo se convertirá, sin duda, en un nuevo hito.

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