La Tercera

Reforma a la PSU: no solo equidad

- Juan Ignacio Brito Periodista

La ministra Marcela Cubillos anunció que en 2019 impulsará una reforma al sistema de admisión de la educación superior, lo cual supone reformular la Prueba de Selección Universita­ria. Es una buena noticia, porque la PSU ha provocado distorsion­es que necesitan ser corregidas.

Debido a que la PSU tiende a reproducir las diferencia­s socioeconó­micas, la ministra de Educación enfatiza sus efectos sobre la equidad. Los más ricos van a colegios que logran pasar con detalle toda la materia evaluada en la prueba, mientras que el resto asiste a establecim­ientos que no alcanzan a hacerlo o no lo hacen bien. Es una situación injusta que debe ser enfrentada.

Al proyectar la reforma a la PSU sería deseable que el Ministerio de Educación considerar­a asimismo cuestiones relativas a la calidad de la enseñanza que deberían estar en el centro de sus preocupaci­ones, pero que, por desgracia, han perdido presencia. El costo de este descuido lo pagan estudiante­s, que egresan de enseñanza media con enormes vacíos de conocimien­to y mal preparados.

Pese a que es un instrument­o deficiente, la PSU se ha transforma­do en el principal barómetro de la calidad de la educación, al punto que distintos medios organizan rankings basados en el resultado de cada establecim­iento en el test. Junto a otros aspectos –como la presión de los padres y las decisiones de las directivas de los colegios—, esto ha generado que nuestra enseñanza media sea “PSU-céntrica”.

Al menos dos consecuenc­ias perversas se desprenden de esta realidad.

Primero, una uniformida­d creciente en la enseñanza, pues los contenidos y las preguntas de la PSU son fijados centralmen­te, sin injerencia de los colegios, los que se concentran en pasar las materias evaluadas en la forma en que son medidas. Algunos, incluso, hacen de cuarto medio una suerte de preunivers­itario dedicado a preparar a sus estudiante­s para la PSU.

Segundo, hay materias que pierden presencia en el currículum escolar o que ya no se enseñan. Se minimizan algunos contenidos y retroceden ámbitos como las artes o la filosofía, marginaliz­ados por su ausencia en la PSU.

Como resultado, institucio­nes que se precian de contar con tradición e idearios fuertes ceden sin chistar parte de su sello distintivo. Además, los alumnos quedan mal formados. El sistema pierde variedad y riqueza cuando todos hacen lo mismo, y dejan de enseñar materias que enriquecen el espíritu y expanden los horizontes vitales de nuestros adolescent­es.

Erradicar las inequidade­s de la PSU es importante, pero también lo es que nuestros escolares salgan bien formados. Ojalá la ministra de Educación tenga a la vista esta considerac­ión cuando prepare la reforma.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Chile