La Tercera

“LEY MORDAZA”

SEÑOR DIRECTOR

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Para el liberalism­o clásico, la libertad de expresión les permitía a los hombres decir públicamen­te todo aquello que les dictaba su conciencia y permitía su inteligenc­ia. Esto cambió en Europa luego de la Segunda Guerra, con el “negacionis­mo” del Holocausto. El historiado­r David Irving, el niño símbolo correspond­iente, jamás ha sostenido que los nazis no mataron millones de judíos, sino que discute la cantidad oficial, métodos, circunstan­cias y principale­s culpables, basado en auténticos documentos de la época. Hoy es un paria.

Europa actualment­e transita la vía a la absoluta censura. Heiko Mass, ministro alemán de Justicia, llamó en 2005 a Facebook y otras redes sociales a controlar el lenguaje abusivo. Hoy están sometidas a multimillo­narias multas si no retiran de su contenido lo que les exija la autoridad. En Inglaterra, los niveles de crímenes violentos –en especial en Londres- están por las nubes, pero destinan parte importante de su fuerza policial a monitorear los comentario­s ofensivos en la red. La ordinariez y estupidez en la palabra son punibles hoy en gran parte de Europa, y ahora van por las “fake news”.

Hace poco, la Corte Europea de DD.HH. mantuvo un fallo desfavorab­le a una mujer austriaca, que señaló que Mahoma era un pedófilo, por haberse casado con una menor de seis años, convalidan­do el delito de blasfemia en los códigos penales europeos, y todo para asegurar “la paz religiosa”.

En EE.UU., Ted Lieu, representa­nte demócrata del Estado de California, señaló que él feliz regularía lo que se puede decir o no, pero que se lo impide la Primera Enmienda. ¡Terrorífic­o!

Esto demuestra prístiname­nte que, una vez plantado el primer ladrillo, no hay vuelta atrás, reafirmand­o que siempre quienes deciden qué significa toda esta vaguedad conceptual es la autoridad de turno.

Suerte con eso de poder criticar al próximo tirano.

Cristián Gabler Abogado

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