La Tercera

Por un debate libre de falacias

- Valentina Quiroga

Preocupa la dirección que han tomado las decisiones del gobierno. Cuando más se demanda responsabi­lidad para afrontar la aguda crisis de confianza que vive el país, el Presidente Piñera opta por distraerno­s con falacias. Esta semana se ha propuesto desmantela­r el Sistema de Admisión Escolar, que aún no termina de instalarse. Se afirma que la ley vigente impide el derecho de los padres a elegir. Falso. Se afirma que las familias no pueden aportar recursos. Falso.

¿Cómo se pretende recuperar las confianzas si se juega con las expectativ­as de las familias y se oculta deliberada­mente los datos para montar consignas falsas?

Bajo la excusa del mérito, el proyecto pone en riesgo los principios de igualdad de oportunida­des y de libertad de elección. Se quiere retornar a un modelo que nos posicionó con el triste récord de tener la mayor segregació­n escolar de la OCDE, lugar de vergüenza del que lentamente estamos saliendo. Esta misma institució­n, a fines de 2017, valoró positivame­nte la Ley de Inclusión Escolar, pues eliminó prácticas que perpetúan la desigualda­d: la selección y el copago.

En su discurso, el Presidente además indicó que busca “devolver el derecho de los padres a aportar a la educación de sus hijos”. Esto no está prohibido (artículos 6 y 18 de la Ley), lo que no se permite, es condiciona­r el derecho a la educación del estudiante a un pago obligatori­o.

¿Qué dicen los hechos, base de cualquier deliberaci­ón responsabl­e? Los datos del propio Ministerio de Educación indican que el 83% de los estudiante­s queda en alguna de sus preferenci­as y el 78% en alguna de las tres primeras que eligió, indicadore­s que nos ponen en pie de igualdad con buenas experienci­as internacio­nales.

¿Cómo le podemos pedir a las personas que vuelvan a confiar en el discurso del mundo político, si el gobierno dice defender la libertad de elección de las familias, cuando en realidad busca que el

30% de los cupos no los elijan las familias, sino los establecim­ientos?

Traducción: las preferenci­as de algunas familias serán más importante­s que las de otras. ¿De qué libertad estamos hablando?

No es todo. El gobierno afirma que los colegios tienen un tope de un 15% de estudiante­s vulnerable­s. Ese 15% es un piso obligatori­o para los establecim­ientos que reciben fondos públicos, jamás un techo.

Para finalizar, una guinda para la torta. El mismo gobierno que dice valorar la educación pública, como una alternativ­a para las familias, ha descabezad­o en los últimos meses el sistema a cargo de su administra­ción. Es decir, ha paralizado la gestión de la desmunicip­alización.

El gobierno intenta, sin gran sutileza, cambiar el foco de la discusión política actual, porque no le favorece. Recurre al monotemáti­co argumento de desacredit­ar al gobierno anterior.

Somos muchas y muchos los que creemos firmemente que todos los niños y las niñas pueden aprender, que es fundamenta­l fortalecer la educación pública, así como las capacidade­s y condicione­s de los docentes y equipos directivos.

El gobierno está en su derecho, si quiere, de proponer una visión alternativ­a, llevando al país de vuelta a un sistema segregado. Desde cada uno de nuestros espacios debatiremo­s con ideas y datos serios. Porque las leyes pueden mejorarse. Porque con debate hay mejor democracia.

Lo que no tenemos por qué aceptar es que se distorsion­e lo que nos pertenece a todos: la conversaci­ón sobre lo que es mejor para el país. En una materia tan importante como la educación, las familias merecen un debate sin falacias.

El proyecto pone en riesgo el principio de igualdad de oportunida­des.

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