La Tercera

El extremo errante

Edson Puch llega con una cláusula de rescisión a la UC que lo puede sacar a los seis meses, mismo período que duró en cuatro clubes en los que ya estuvo. Aquí las razones del delantero itinerante.

- Por Roberto Gálvez

Después de someterse a los exámenes médicos y posar para las primera fotos oficiales, a las 17.15 de ayer, Universida­d Católica hizo oficial el fichaje de Edson Puch. Tras varias semanas de negociacio­nes, los cruzados por fin pudieron anunciar al ex selecciona­do chileno, quien arriba a la precordill­era con un contrato de un año, aunque con una cláusula que bien refleja lo inquieta e itinerante de su carrera: una cláusula de rescisión a los seis meses.

En principio, el atacante quería firmar por ese período, pero la normativa chilena se lo impidió. Hace un tiempo el Sifup dio una lucha para resguardar a los jugadores y los clubes, como mínimo, deben hacer contratos por un año. Por eso es que el vínculo contractua­l del ex Necaxa con la Católica tiene esa cláusula. Él mismo, de hecho, habla pensando que en medio año más debe hacer una evaluación.

“Si todo se da muy bien, y me va excelente en este equipo, por qué no seguir. Hay que ver paso a paso. Esperemos que me vaya muy bien estos seis meses y de ahí ver el futuro”, dijo el propio Puch anoche al programa Más Que Fútbol Chile, de DirecTV Sports.

Los lapsos muy breves en clubes no es algo nuevo en la carrera del ariete de 32 años. Luego de resaltar en la U, partió al Al Wasl de Emiratos Árabes Unidos, donde no se adaptó y encontró pocas oportunida­des para jugar. Volvió a Iquique por dos años (al principio estuvo un tiempo sin jugar, mientras duraba la negociació­n por el retorno) y tras ese tiempo regresó al Medio Oriente, donde alcanzó a estar un año. Eso sí, ese retorno a Emiratos otra vez lo tuvo largo rato sin jugar: casi 10 meses.

Y justamente cuando parecía que su carrera se estabiliza­ba, llegó 2015. Pasó a Huracán a inicios de ese año y seis meses después, ya como figura y entrenando por la Selección que se preparaba para disputar la Copa América, fue liberado por lesión y decidió no volver al club argentino, llegando a enfrascars­e en una disputa legal que lo tuvo toda la segunda mitad de ese año sin jugar. El cuadro transandin­o incluso lo declaró en rebeldía.

Encontró asilo en la Liga Deportiva Universita­ria de Quito, lugar donde por primera vez Gustavo Quinteros puso sus ojos en él, cuando el técnico adiestraba a la Selección de Ecuador. En la Casa Blanca, eso sí, duró poco: tras gritar campeón en la Copa América Centenario, los millones del fútbol mexicano lo levantaron y se fue al Necaxa, donde estuvo una temporada. Sería, a la largo, el único cuadro azteca en el que adquirió estabilida­d, puesto que después solo estuvo seis meses en Pachuca, donde lo declararon transferib­le, y luego un año en Querétaro antes de llegar a la UC. En total, cuatro pasadas de apenas seis meses de duración y otras tres de un año.

Conocedore­s de la carrera del atacante señalan que tiene un carácter especial, que necesita sentirse cómodo y, cuando aquello no es así, no tiene reparos en intentar buscar nuevos rumbos. “Necesita sentirse querido e importante para sacar a relucir todo su potencial”, expone un excompañer­o.

Por eso no extraña lo de la Católica, donde están al tanto que podrían verlo partir en junio. Pero, ¿por qué su decisión de volver a Chile? En el entorno del jugador señalan que necesitaba un club que le diera vitrina para la Selección. “Edson quiere jugar la Copa América a toda costa y llegar a un grande, que tiene Copa Libertador­es, lo acerca a ese objetivo”, dicen sus cercanos. El propio Puch lo mencionó: “Estando en Chile (hay) más chances”, dijo. Antes, en el sitio de la UC, prometió: “Se viene la mejor versión de Edson Puch”. Versión que, por cierto, en San Carlos esperan que dure más de medio año.

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Puch, durante su presentaci­ón en San Carlos de Apoquindo.

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