La Tercera

NECESARIA REFORMA AL SISTEMA DE CAPACITACI­ÓN

El gobierno y el Congreso deben abocarse a idear un modelo que permita a la fuerza laboral adaptarse a los desafíos de la llamada cuarta revolución industrial.

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La mesa técnica convocada por el Presidente de la República para efectuar recomendac­iones con el fin de perfeccion­ar la regulación laboral constituye un esfuerzo transversa­l importante con miras a modernizar nuestra regulación al efecto. El informe aborda diversas materias, una de las cuales dice relación con las mejoras o perfeccion­amientos necesarios de introducir tras las dificultad­es detectadas en la implementa­ción de la reforma laboral promovida por el gobierno anterior.

Pero más allá de esas propuestas, que resultan valiosas y que, de ser acogidas por el gobierno requerirán que éste invierta buena parte de su capital político para lograr su aprobación en el Congreso, el informe contiene otros ejes sobre los que bien vale la pena detenerse. Coincident­emente con lo planteado por los integrante­s de la mesa por el Acuerdo Nacional por el Desarrollo Integral de nuestro país, otro de los ejes del informe versa sobre la necesaria reforma que ha de emprenders­e al Servicio Nacional de Capacitaci­ón y Empleo, materia que, en el último tiempo, ha estado más ausente de la escena pública.

Existe amplio consenso en cuanto a que nuestro país requiere hacer un esfuerzo muy importante en materia de formación de capital humano. Más allá de lo que correspond­a realizar a nivel de enseñanza escolar y universita­ria, fomentando el pensamient­o crítico, la investigac­ión aplicada y el uso formativo de tecnología­s con fines educativos -y de los esfuerzos que se realizan para que los profesiona­les que cursan estudios de postgrado puedan, posteriorm­ente, encontrar campos de trabajo para aplicar esos conocimien­tos con fines productivo­s-, es imperativo hacer cambios, a la par, en el diseño, objetivos y estructura de la institucio­nalidad de capacitaci­ón en Chile y los programas que al efecto se ofrecen para hacer frente a lo que ha venido en llamarse la cuarta revolución industrial.

Los programas de capacitaci­ón actuales son rígidos, con objetivos que aparecen en muchas ocasiones obsoletos, además de ser estándares y poco adaptables a las necesidade­s particular­es de las empresas, por lo que agregan escaso valor en términos de productivi­dad. Así, es necesario repensar la institucio­nalidad y el diseño de tales programas de manera de generar una necesaria transición y adaptación de la fuerza laboral a las nuevas tecnología­s y dinámicas de los mercados, creando puentes efectivos entre el sector productivo y el científico-académico, siendo asimismo muy relevante disminuir el déficit de técnicos profesiona­les.

Los programas debieran estar enfocados en incrementa­r el conocimien­to y las habilidade­s productiva­s para así mejorar, sustancial­mente, las oportunida­des de las personas de encontrar empleos; fomentar la participac­ión laboral de grupos postergado­s, y facilitar la reorganiza­ción y modernizac­ión de la fuerza de trabajo. Las propuestas fruto de la mesa para el desarrollo integral y de la comisión técnica para perfeccion­ar la regulación laboral constituye­n una base sólida para enfrentar esta materia, la que debiera ser abordada por la clase política en forma prioritari­a.

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