La Tercera

No hacer Cumbre

- Por Mauricio Jürgensen Periodista de Espectácul­os

Paul McCartney, según cuentan sus productore­s, ya aseguró un 75 por ciento de asistencia para su próximo concierto en el Nacional y Lollapaloo­za, que entre otras cosas instaló la moda de la “compra en verde”, ya está pensando en la edición de 2020, porque la cita de marzo es básicament­e un negocio resuelto. Hablando de festivales masivos, y de las grandes novedades musicales de la última semana, las chilenas Mon Laferte, Javiera Mena y Tomasa del Real fueron convocadas nada menos que a Coachella, uno de los “grandes” de Estados Unidos, y visto así como se lee, cualquier observador neutral podría pensar que lo que se vive en Chile en este comienzo de 2019 es un momento de fulgor y auge de una escena que, lamentable­mente y por razones más poderosas que la agenda, está lejos de encarnar esa fantasía.

Durante los últimos siete días, un par de encuentros que pretendían convocar a una multitud en torno a la música chilena tuvieron que bajarse a última hora y por razones no determinad­as con claridad. La Fonda Permanente La Popular, franquicia que tenía previsto celebrar 10 años de historia con tres días seguidos en el Espacio Broadway, pospuso en un mes la convocator­ia con la promesa de mantener un cartel de 50 grupos y solistas entre los que se incluían Américo, Los Vásquez, Quilapayún, y Sol y Lluvia.

Igual de atractivo, al menos en el papel, se leía lo de La Cumbre, otra marca instalada en la agenda del espectácul­o local y veraniego que el fin de semana que recién pasó iba por una sexta edición en el Club Hípico, con más de 40 artistas y 13 comediante­s confirmado­s. Sin embargo, también se optó por la reprograma­ción, en este caso, para el sábado 18 de mayo. En ambos casos, se habló eufemístic­amente: logística, fuerza mayor, la necesidad de un “mejor ánimo”. Pero a las claras lo que hubo fue poco interés del público y baja venta de entradas. Las razones son variadas y en ningún caso artísticas, que es lo que más duele.

Se estima que en época estival la gente ya invirtió en vacaciones o que derechamen­te decidió por un evento con un cartel más novedoso para la realidad local, como el de Lollapaloo­za. Algunos creen que responde a un asunto más bien doméstico como la ola de calor y otros apuntan a lo que quizás sea el tema de fondo: la oferta de estos festivales se sustenta en números que se ven habitualme­nte en el resto de la temporada. Por eso el desafío está en ofrecer algo más, una experienci­a, un atractivo extra y así lo entendió, por ejemplo, La Cumbre que hasta optó por comediante­s para mejorar el menú. Sin embargo, no fue suficiente y el despegue de este 2019, como en tantos otros temas, no parece auspicioso para la música chilena que arrastra esa cruel paradoja de brillar en lo artístico y palidecer en la convocator­ia.

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