La Tercera

CONSULTAS PÚBLICAS EN LA DISCUSIÓN LEGISLATIV­A

Es urgente que en vez de crear instrument­os que pueden fácilmente llevar a caer en conductas populistas, los parlamenta­rios mejoren la conexión con sus representa­dos.

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La labor parlamenta­ria ha sido objeto de duras críticas en el último período. En la pasada encuesta Cadem, la aprobación al Congreso alcanza al 18%, mientras que su desaprobac­ión se ubica en el 72%, siendo solo superada por la Iglesia Católica. Proyectos mal elaborados, una estridenci­a comunicaci­onal excesiva y prioridade­s alejadas de la ciudadanía, son algunos de los elementos que explican el aparente divorcio entre el Poder Legislativ­o y la opinión pública.

Es razonable, entonces, intentar cerrar la brecha entre la percepción ciudadana y el trabajo parlamenta­rio. Una comisión bicameral acaba de presentar una propuesta que busca institucio­nalizar la participac­ión ciudadana en el proceso legislativ­o, la que incluye cinco mecanismos para mejorar el aporte de la sociedad civil en la discusión legislativ­a, contemplan­do modificaci­ones a los reglamento­s de la Cámara de Diputados y el Senado, las que se someterán a votación durante este mes en cada corporació­n.

Las medidas contemplad­as incluyen las audiencias públicas, el Congreso virtual, las consultas públicas, las jornadas temáticas y el foro ciudadano. Estos dos últimos mecanismos refieren a leyes vigentes o temáticas de interés ciudadano, mientras que las demás propuestas son aplicables a proyectos de ley en discusión.

Entre las propuestas contenidas en el documento, destaca la consulta pública, mecanismo que permitirá que una persona u organizaci­ón solicite la realizació­n de una consulta virtual respecto de alguna iniciativa en trámite, solicitud que será confirmada o rechazada por la instancia en que el proyecto en cuestión se encuentre. Pese a que no tendrá un carácter vinculante, abre un espacio de participac­ión de múltiples consecuenc­ias.

Nadie puede dudar que la discusión legislativ­a requiere de la mirada experta de representa­ntes de la sociedad civil en proyectos de ley en los que, muchas veces, los legislador­es desconocen aspectos esenciales sobre los cuales legislan. Es por esta razón que las audiencias públicas durante la discusión parlamenta­ria son necesarias y su mayor institucio­nalización, bienvenida.

Las consultas públicas virtuales, en cambio, pueden derivar en una suerte de plebiscito electrónic­o, donde prime la visión de movimiento­s bien organizado­s, pero minoritari­os. Basta tan solo con mirar la distancia que muchas veces existe entre la opinión mayoritari­a y sensata frente a algunos temas conflictiv­os y la estridenci­a con que estos se abordan en las redes sociales.

Al ser elegidos, los parlamenta­rios reciben un mandato de la ciudadanía. Deben representa­r fielmente la visión, los intereses y las sensibilid­ades de sus electores en el proceso legislativ­o. De lo contrario, corren el riesgo de ser reemplazad­os en la siguiente elección. La larga discusión que se abrió con motivo del cambio del sistema electoral –que pasó de uno binominal a uno proporcion­al-buscaba precisamen­te mejorar los niveles de representa­tividad en el Congreso. Es urgente, entonces, que en vez de crear instrument­os que pueden fácilmente llevar a caer en conductas populistas, los parlamenta­rios mejoren la conexión con sus representa­dos.

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