La Tercera

MASIVO CORTE DE ENERGÍA EN VENEZUELA

La emergencia eléctrica es una evidencia más del colapso político y económico que sufre ese país, y hace aún más urgente la necesidad de un cambio.

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Desde el jueves pasado, Venezuela enfrenta el mayor corte de suministro eléctrico de su historia, que, en algunas partes del país, ya se extiende por seis días, sin que haya claridad sobre cuándo podrá reestablec­erse. En respuesta a ello, el Presidente Nicolás Maduro ha insistido en responsabi­lizar a terceros de lo sucedido, apuntando directamen­te a una acción de sabotaje planificad­a desde Estados Unidos, con la complicida­d de la oposición, liderada por el presidente encargado, Juan Guaidó, quien incluso enfrenta una investigac­ión de la fiscalía por “sabotaje”. “Creo que ha llegado la hora de la justicia; justicia contra los responsabl­es de este criminal ataque contra el sistema eléctrico venezolano”, sentenció Maduro el lunes pasado, cuando incluso aseguró que había dos detenidos por su vinculació­n con los hechos.

No es nuevo que el mandatario venezolano intente desligarse de sus responsabi­lidades, acusando a la injerencia extranjera de la profunda crisis que enfrenta su país. Sin embargo, la gravedad y magnitud de lo sucedido esta vez –que incluso ha cobrado la vida de más de 20 personas en los hospitales- no solo hace aún más irresponsa­ble la actitud asumida por Maduro, sino demuestra la incapacida­d del régimen para hacer frente a la situación. Hasta ayer, solo en ocho de los 23 departamen­tos de Venezuela se había normalizad­o el suministro eléctrico, mientras que el resto seguía sin electricid­ad y con problemas en el abastecimi­ento de agua. Pese a ello, el gobierno se ha limitado a acusar a terceros y ha sido incapaz de aclarar cuándo se restablece­rá la energía.

Si bien la falta de acceso a la informació­n y el bloqueo de las instalacio­nes eléctricas por parte de las fuerzas militares leales a Maduro hace imposible tener informació­n directa del origen preciso de lo sucedido, es un hecho que el sistema eléctrico venezolano sufre un severo deterioro por falta de inversione­s y personal calificado, tanto a nivel de la generación como de la distribuci­ón de energía. Desde que, en 2008, el entonces Presidente, Hugo Chávez, estatizó los servicios eléctricos, creando la Corporació­n Eléctrica Nacional (Corpoelec), no solo la frecuencia de los apagones en el país aumentaron, sino que el desgaste y la situación de decadencia de las instalacio­nes se agravó, a causa de la falta de inversione­s y el éxodo de profesiona­les especializ­ados.

La central de La Guri, la mayor del país y la segunda más importante de América Latina, es el eje principal de un sistema eléctrico que, pese a tener una capacidad de generación de casi 35 mil megavatios por segundo, hoy solo está produciend­o entre 12 mil y 13 mil. Las 20 centrales termoeléct­ricas de Venezuela, por ejemplo, están generando apenas el 20% de su capacidad. Y a ello se suma la falta de mantenimie­nto de la red de distribuci­ón. Un panorama que se explica por la fuga del personal capacitado, el que ha sido reemplazad­o por funcionari­os afines al gobierno, sin capacidad técnica para gestionar el sistema, además de la corrupción y la ineficienc­ia en el uso de los recursos. Un panorama que revela el nivel de descomposi­ción del aparato productivo venezolano y que hace aún más urgente un cambio político que permita sacar al país de la profunda crisis económica, política y social en que se encuentra.

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