La Tercera

¿DESIGUALDA­DES VOLUNTARIA­S?

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SEÑOR DIRECTOR

En su columna del sábado recién pasado, Luis Larraín argumenta que la maternidad explica parte importante de la desigualda­d laboral de género y que, por lo tanto, esta diferencia es voluntaria.

El argumento es riesgoso, particular­mente en un país con baja participac­ión laboral femenina a nivel latinoamer­icano. Considerar que la desigualda­d de género es la consecuenc­ia de una elección, le quita su carácter de injusta y desorienta sobre responsabl­es y potenciale­s partícipes de la solución.

Sí, las mujeres tienden a tener más interrupci­ones en sus trayectori­as laborales que los hombres, y esto afecta sus salarios. Pero, ¿por qué las mujeres tienen más interrupci­ones laborales que los hombres? ¿Es una preferenci­a? La evidencia muestra que las expectativ­as de género, división de tareas en el hogar y políticas maternalis­tas (ej. postnatal solo para mujeres), las definen como cuidadoras principale­s, a la vez que eximen a los hombres de estas tareas. Paradójica­mente, el rol de cuidadora es castigado en el mercado laboral, vía discrimina­ción en contrataci­ones, menores sueldos, y condicione­s laborales hostiles e incompatib­les con estas responsabi­lidades.

No hay una sola explicació­n de la desigualda­d de género en el ámbito laboral. Nuestras decisiones son constreñid­as social e institucio­nalmente. Avanzar en equidad de género implica que tanto hombres como mujeres puedan ser cuidadores y trabajador­es, y reconocer que el costo del trabajo de cuidado es una responsabi­lidad social.

Tania Cabello Hutt

Socióloga, MA. Estudiante Doctorado UNC Chapel Hill, Estados Unidos

Constanza Hurtado

Socióloga, MA. Estudiante Doctorado UMD, Estados Unidos

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