La Tercera

El hombre que llevó a Chile a La Haya

El fallecido mandatario peruano Alan García no era partidario de demandar a Chile en tribunales internacio­nales y prefería negociar de manera bilateral un nuevo acuerdo pesquero, sin embargo, no pudo resistir la presión de grupos nacionalis­tas.

- Por Francisco Artaza

EL 17 de junio de 2006, 13 días después de ser electo Presidente de Perú en segunda vuelta, con el 54,7% de los sufragios, Alan García Pérez llegó de visita a Santiago, a una reunión con la Presidenta Michelle Bachelet en el Palacio de La Moneda, y lo hizo con un compromiso especial. “Michelle, ten la certeza de que el tema no saldrá de la gaveta del escritorio”, dijo en esa oportunida­d el líder aprista, alzando una mano para reforzar el mensaje que en su mandato no llevarían la demanda contra Chile por límites marítimos al Tribunal Internacio­nal de La Haya.

La escena, que se registró en uno de los salones del segundo piso de La Moneda y presenciad­a por quienes ejercerían como cancillere­s de Chile y Perú en ese periodo, Alejandro Foxley y José Antonio García Belaúnde, respectiva­mente, fue clave para apaciguar los temores que había en Chile sobre los pasos que seguiría

Lima en su estrategia frente a Chile y marcaban un giro en las deteriorad­as relaciones bilaterale­s.

Dos veces antes de ese viaje a Santiago, Alan García había planteado el mismo compromiso en conversaci­ones privadas que tuvo con Cristián Barros, entonces embajador de Chile en Lima. Los informes que remitió Barros a Santiago sobre esos diálogos reforzaría­n la idea de que García no era partidario de llevar el tema a tribunales internacio­nales y, por el contrario, optaría por la vía bilateral.

Para entonces, había más dudas que certezas en el gobierno chileno sobre la forma en que el recién electo mandatario peruano procedería. La diplomacia chilena no olvidaba que había sido durante el primer gobierno de Alan García en la segunda mitad de los años 80, cuando Perú levantó por primera vez la tesis de que no había tratados de límites marítimos entre ambas naciones, desconocie­ndo como tales los acuerdos de 1952 y 1954. Fue

precisamen­te con esa intención que García envió en mayo de 1986 al embajador José Miguel Bákula a conversar con el canciller de Pinochet, Jaime del Valle.

Hasta el día de hoy, muchos diplomátic­os chilenos critican a Del Valle por haber enviado una nota de respuesta a Perú afirmando que Chile “tomaba nota” de lo planteado por Bákula y no haber rechazado por escrito los argumentos peruanos.

Tras ese episodio –amargo para la diplomacia chilena- poco más alcanzó a avanzar en el tema Alan García. “Caballo Loco”, como lo apodaron los detractore­s del mandatario, pronto perdería interés por los temas internacio­nales con la misma velocidad que las medidas económicas y políticas de ese primer gobierno llevaban a Perú a una de las mayores crisis inflaciona­rias y financiera­s de las últimas décadas.

A mediados de 2006, en su retorno a Palacio Pizarro, un García más maduro y calmado declaraba públicamen­te su admiración por lo que habían hecho los gobiernos de la Concertaci­ón chilena y, lejos de las posturas históricam­ente reivindica­cionistas de los sectores nacionalis­tas y militares peruanos, planteaba en su campaña presidenci­al la idea de “ganarle a Chile” en competitiv­idad y comercio.

Quien fuera el canciller durante los cinco años del segundo gobierno de Alan García, José Antonio García Belaúnde, ha dicho en varias ocasiones que al asumir la administra­ción, no había nada adelantado de la demanda. En la Cancillerí­a peruana, por entones, apenas unos paper y 11 informes jurídicos era todo lo que le había dejado su antecesor, José Rodríguez Cuadros.

Por instruccio­nes expresas de Alan García, el canciller peruano intentaría convencer a su par chileno de iniciar una mesa de trabajo bilateral en temas pesqueros en el que se tocaría la situación fronteriza. La idea de los peruanos era que se delimitara una zona compartida para la pesca artesanal de Chile y Perú.

Durante varios meses García Belaúnde insistiría en esa línea, pese al poco interés que encontraba en la contrapart­e chilena de abrir una controvers­ia. En reserva, sin

embargo, Chile llevaba más de dos años preparando con abogados internacio­nales una eventual defensa ante tribunales internacio­nales.

En el entorno de Alan García afirman que fue Chile el que “los obligó” a recurrir a la corte.

En enero de 2007, el Congreso chileno aprobó la ley que creaba la nueva Región de Arica-Parinacota, la que incluía una indicación del gobierno fijando el límite norte de la nueva región en el Hito 1 de la frontera con Perú. El episodio desató una ola de protestas de los nacionalis­tas peruanos, pues involucrab­a el triángulo terrestre de menos de una hectárea y que Perú aún disputa, y obligó al gobierno de Bachelet a enviar a Lima al dirigente socialista Ricardo Núñez a conversar con Alan García (ver entrevista).

“Alejandro, no te metas con el Tratado 1929. Es un tema muy sensible para el Perú (...), quieres que vayamos a hablar con (George) Bush”, le dijo García Belaúnde a Alejandro Foxley, recordando la cláusula del tratado que deja al Presidente de Estados Unidos la calidad de árbitro de las controvers­ias fronteriza­s entre Chile y Perú.

La norma chilena polarizó a los peruanos. Grupos nacionalis­tas, liderados por Ollanta Humala realizaron una masiva marcha hacia la frontera chilena, la que fue detenida por el Presidente Alan García. Sin embargo, se anunciaban nuevas protestas, no solo contra Chile, también contra García.

“Puedo controlar una, dos marchas, pero a la larga esto va a ser un problema permanente, esto nos está jorobando mucho. No podemos estar permanente­mente con el tema de Chile. Esto no da para más. Vamos a La Haya”, le diría a fines de enero de 2007 el Presidente Alan García a su canciller, García Belaúnde.

Solo unas semanas después, el canciller peruano viajaría a París para hablar con el abogado Allain Pellet y así iniciar la demanda.

El 18 de junio de 2007, un año después de ese viaje a Chile en el que afirmó que el tema quedaría en la gaveta del escritorio, Alan García anunciaba por cadena nacional que demandaría­n a Chile ante La Haya.

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Alan García recibió en noviembre de 2010 al entonces candidato presidenci­al chileno Sebastián Piñera, en Palacio Pizarro.

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