La Tercera

La mística del Open

El ‘major’ que se juega en Europa, sus canchas especiales, la historia de siglo y medio. Todo hace que el torneo donde debuta Joaquín Niemann sea único.

- Por Diego Hermosilla

Hoyo 18. El cómodo líder podía hacer par allí, o bogey. Hasta doble bogey y se quedaba con el título 1999 igual. Pero la bola de Jean van de Velde se fue al público, después a un canal, tras eso, a un bunker... El francés perdió el título.

Veinte años antes, el español Severiano Ballestero­s se fue 15 veces a la arena el último día y 14 se recuperó; hizo un birdie en el hoyo 16, pegándole desde el estacionam­iento. Se sobrepuso a todos los contratiem­pos (en los últimos nueve hoyos no acertó un fairway y la cerró con -3) y ganó.

Ambas situacione­s han pasado muchas veces en la historia del golf, pero ocurrieron en un torneo especial. Es que nada es lo mismo cuando pasa en The Open, el torneo que en esta edición 2019 por primera vez saboreará un chileno: Joaquín Niemann.

El campeonato es el más antiguo del mundo (su primera edición fue en 1860) y

siempre en campos links, es decir, a orillas del mar, con arena y nada de árboles. Apenas nueve clubes se alternan su organizaci­ón y la sede de este año, Royal Portrush no está en esa lista.

Las condicione­s tan diferentes a lo que se juega en la eterna primavera de PGA Tour estadounid­ense e incluso situacione­s distintas a las que se viven cada semana en los variopinto­s escenarios del European Tour obligan a pensar, a sacar la imaginació­n de la bolsa.

Ver a Tiger Woods ganar un Open sin usar un solo driver, a Todd Hamilton (el ganador que se bajó este año y permitió la entrada de Niemann) ocupar un híbrido para salvar los up and downs. Y este año, pocos de los inscritos han conocido antes Portrush.

Canchas donde un día nublado (incluso sin lluvia) impone un campo muy distinto al siguiente, lleno de sol. Eso, sin contar las trampas de arena. Pot bunkers, se llaman. Pot significa olla o macetero y grafica bien de su

profundida­d. El rough no lo hace nada mal: imposibles en algunos recorridos, la combinació­n con la arena de las playas los hacen temibles.

Tan legendario es el Open que nació para honrar a una leyenda: Allan Robertson, el mejor golfista de mediados del Siglo XIX, quien murió en 1859 y para saber quién sería su sucesor se decidió jugar un torneo. La primera edición la disputaron ocho golfistas.

Willie Park Sr. se quedó esa vez con el cinturón de cuero reservado para el vencedor, galardón que fue reemplazad­o en 1873 por la Claret Jug, el trofeo que se conoce hasta hoy y del que los ganadores se llevan una copia.

El británico es un major distinto, no cae en la tentación de enviar jugadores al tee del hoyo 10 para partir. La luz natural hasta las 9 o 10 de la noche, incluso, permite que todos salgan desde el hoyo uno.

También hace exclusivo al Open británico la especial capacidad que tiene la R&A, organizado­ra de los campeonato­s,

de vestir los hoyos 18, con los marcadores, imitados, nunca igualados, incluidos, y saber dejar la emoción para el hoyo 18 del último día. Si no, habría que preguntárs­elo a Van de Velde.

Lluvia en la previa

El Open 2019 partía esta madrugada (a la 1.30 de Chile) y Niemann tenía tee time a las 6.36, acompañado de Miguel Ángel Jiménez y Tom Lehman. “Es un premio poder jugar con los jóvenes, me hace ilusión”, dijo Jiménez, tal vez pensando en el chileno, el profesiona­l más joven del field.

Ayer la lluvia aguó varias salidas, aunque igual hubo prácticas. El legendario Open así lo requiere para mantenerse o entrar a la lista de favoritos.

En el par 71 de 7.344 yardas, donde se espera viento, lluvia y frío, tiene un lugar especial Rory McIlroy, el local que anotó el récord del campo cuando tenía 16 años. “El día que cumplí 10 años mi padre me trajo a jugar aquí como regalo. Nada sería más importante que ganar aquí”, dijo.

También se espera mucho de Brooks Koepka. No solo porque el estadounid­ense ganó cuatro de los últimos nueve majors, sino porque su caddie, Ricky Elliott, salió de Royal Portrush.

Así mismo, hay fichas para Tiger Woods, quien ganó en tres ocasiones el Open y nunca hay que descartarl­o, aunque se ha cansado de declarar esta semana que no le está pegando bien a la pelota.

El norteameri­cano Dustin Johnson, el español Jon Rahm y el inglés Justin Rose completan la lista de favoritos.

Lo sabrán los espectador­es que agotaron -como nunca antes- las entradas. La R&A espera 238 mil personas en toda la semana. Llueva o no.b

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Ballestero­s celebra su primer Open Championsh­ip, tras una accidentad­a ronda final.

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