La Tercera

Paulina García habla sobre su regreso al teatro

Actriz chilena: La protagonis­ta de Gloria regresará a las tablas el próximo miércoles con Tarde de verano, en el Teatro Nacional. Aquí habla del remake del filme en EEUU, y critica las nuevas formas de producción del teatro local: “Se ha vuelto individual

- Pedro Bahamondes Ch.

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En una repisa cubierta de galardones, reluce a lo lejos el Oso de Plata que ganó en Berlín por su actuación en

Gloria (2013), el filme de Sebastián Lelio que la puso en el mapa del cine mundial. También los inconfundi­bles y grandes anteojos rojos que caracteriz­aban a su personaje, similares a los que usó Julianne Moore en el remake estadounid­ense, una de las 15 mejores películas del año según la revista británica Empire. Sentada en el living de su casa en La Reina, Paulina García (1960) cuenta que no recuerda la última vez que vio Gloria, y además reconoce que tardó en ver su nueva versión, que cambió Santiago por Los Ángeles. Hasta el domingo, ambas se exhiben en Matucana 100.

“No pude ir al estreno ni al visionado previo, pero finalmente la vi”, dice la actriz chilena. “Julianne Moore me pareció simplement­e una diosa. Y John Turturro, un príncipe italiano extraordin­ario. La dupla es genial y lo que arman es potente. Es una película precisa, mucho más luminosa que la Gloria chilena, pero también menos densa y política. Y es que hacer cualquier cosa en Chile y que además sea político, es inevitable a estas alturas. En EEUU, en cambio, sentí que Gloria Bell tenía la raíz un poco afuera del macetero a pesar de lo que sucede allá. Me faltó ese algo aun cuando está todo, y lo conversamo­s con Lelio no hace mucho”.

Da un ejemplo: “En la Gloria chilena, quien va a buscarla a la playa al final, que ya es distinto a quedar tirada en una piscina, es la nana. No la mamá ni la hermana ni la prima ni la vecina; la nana, y ese es un fundamento político. Que a Gloria Bell la vaya a buscar su madre, es un retrato social y tenía que probarse también, era parte del ejercicio. Pienso que simplement­e nadie podría negarse a dirigir a Julianne Moore y a Turturro. Fue una oportunida­d maravillos­a para Lelio, y estoy muy consciente de eso”, comenta.

Batallas teatrales

Estaba anunciada, pero tuvo que bajarse. Llevaba más de un mes estudiando los textos de La gata sobre el

tejado de zinc, la obra de Tennessee Williams que iba a tener una puesta local dirigida por Rodrigo Bazaes para la apertura de la sala Mori Recoleta. Pero el cine nuevamente llamó a su puerta, y Paulina García pidió aplazarlo todo hasta su regreso de España, donde filmó la cinta Black

beach de Esteban Crespo, donde encarnará a la Alta Comisionad­a para los Derechos Humanos de la ONU.

“Creo que se vendrá algo polémica, porque pone en cuestión la labor de estas entidades en el mundo y cuánto están dispuestas a negociar. Todo indica que irá a Berlín y sería maravillos­o, pero me obligó a marginarme de la obra, como suele ocurrir: cuando a un actor se le pone intensa la máquina en cine, lo primeva ro que deja de lado es el teatro”, dice la actriz, quien a su regreso se sumó a otro proyecto que tenía en carpeta y que debutará el próximo miércoles en el Teatro Nacional Chileno.

Su última actuación en tablas fue en Idomeneo (2018), pero su reencuentr­o con el escenario del Antonio Varas lo hará tras protagoniz­ar Déjala sangrar (2005).

El nuevo desafío lo enfrentará en Tarde de verano, de Ana Corbalán, obra ganadora de la Muestra Nacional de Dramaturgi­a 2015. Dirigida por Angelo Solari (Momento; variación), la historia narra una anécdota sencilla: una mujer mayor (García) pierde a sus dos perros y llama a seguridad ciudadana para recuperarl­os. Lo que no sabe es que sus mascotas tienen su propia vida, que hablan y que hasta se topan con dos jóvenes que harán lo imposible por conseguir un helado para el calor.

“Es un trabajo bien complejo. Es un texto largo y en partitura, todo pasa por la musicalida­d. Angelo dejó ciertas libertades actorales, particular­mente en lo que me toca hacer, pero igual estoy metida en un pentagrama”, cuenta. “Yo estaba buscando que el teatro tuviera otra posibilida­d de expresión, correr las fronteras un poco más allá, y esta obra lo consigue: es un gran opus, no solo una obra de teatro, y yo no soy la que lle el bombo, solo soy la pieza que falta. Me resulta fascinante que aún eso pueda suceder y que sienta que sin mí esto no se hace. No es llegar y reemplazar, que es algo que me tiene consternad­a. Me preocupa lo mucho que se ha precarizad­o el trabajo de los actores en el teatro”.

Tras conducir la Muestra de Dramaturgi­a del año pasado junto a Nona Fernández, Paulina García quedó “impactada” con la poca vida que tienen las obras en la escena local.

“Trabajamos mucho para mostrar tan poco, y no hay cómo alargarse. Las salas ponen en exhibición obras que no están más allá de tres o cuatro semanas, e incluso cuando te va bien, tienes que irte porque detrás de ti viene otra compañía. No hay flexibilid­ad, y está bien, los teatros tienen un programa que ofrecer, pero sucede que no alcanzamos a instalar un problema con una obra y ya tenemos que salir”, apunta.

“Antes de estrenar ya estoy pensando en el otro trabajo que tengo que hacer, entonces el modelo se ha vuelto muy individual­ista y comercial”, agrega. “En Chile es casi imposible hacer trabajo de compañía, y los que no tenemos una quedamos fuera del sistema. ¿Quién gana con esto? Alguien, sin duda, pero nosotros no, porque no nos da para armarnos un sueldo del teatro. Eso prueba que sigue siendo un lugar políticame­nte peligroso y que no puede estar sujeto a un modelo que tarde o temprano nos pasará la cuenta”.

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Paly García vuelve al teatro con Tarde de verano, de Ana Corbalán.

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