La Tercera

“El modelo requiere urgentes y profundas correccion­es”

Mario Desbordes, presidente RN

- Alberto Labra

Dice que eso implica “pasar de la economía de mercado, con un tímido tinte social, a una economía de mercado como en Alemania”. A su juicio, “hay que reivindica­r el rol del Estado” en áreas como salud y educación. Y hace un llamado: “Tenemos que dejar los dogmas que nos tenían metidos en trincheras”.

Ha sido quien ha liderado una serie de conversaci­ones con dirigentes de la oposición para buscar nuevas propuestas que se sumen a las medidas anunciadas el martes por el Mandatario Sebastián Piñera, algo que ha hecho en coordinaci­ón con La Moneda. El diputado y presidente de RN, Mario Desbordes, ha dialogado con los líderes del PS, del PPD, del PR y de la DC para buscar acuerdos en materias tributaria­s y de pensiones, entre otras cosas, para impulsar iniciativa­s que sirvan para satisfacer parte de las demandas que han surgido en las masivas manifestac­iones que se desataron hace una semana. Y, en ese contexto, el dirigente hace un llamado a la centroizqu­ierda y a su propio sector, la centrodere­cha, a dejar los “dogmas” y las posiciones de “trinchera” para lograr soluciones ahora.

Se ha hablado harto de las causas de estas manifestac­iones. ¿Cuál es su lectura?

Hay que dividir esto en cuatro grupos. Primero, la manifestac­ión masiva, pacífica, bastante transversa­l, que tiene que ver con una serie de factores que se juntaron y que lo veníamos diciendo hace rato: molestia, sensación de desigualda­d, incomodida­d social, molestia por los abusos públicos y privados. En segundo lugar, hay también grupos anarcos típicos, que son los que se colaban en las protestas, que lo que buscan es provocar la desestabil­ización del gobierno que sea. En tercer lugar, estoy convencido de que hay un grupo muy minoritari­o que aprovechó la situación, y que creo que debe haber estado planificad­o para la COP25 y para la Apec, que actuó de manera concertada en varias estaciones del Metro a la misma hora. Y ese grupo tiene organizaci­ón y preparació­n, y tenía los medios suficiente­s. Eso me habla de algo que está muy por sobre la tradiciona­l violencia infiltrada en las manifestac­iones. Y, además, está el típico lumpen mezclado con gente que aprovecha la situación. Ese es el que saquea. Ahora, el 99% de los manifestan­tes es gente pacífica, que está choreada, que salió a la calle y quiere exigir cambios, porque hace rato están pidiendo cambios y no ven que se produzcan. Sin embargo, no creo que esa gente esté pidiendo una empresa estatal que distribuya la carne, un sistema bolivarian­o, quebrar el modelo completo. Lo que quiere esa gente es sentirse parte de los beneficios y de las cosas positivas de un modelo. El modelo, a su vez, está lleno de inequidade­s, de distorsion­es, con monopolios, abusos, bajas pensiones, deudas y un largo etcétera.

Más allá de las causas de fondo, esto lo detonó el alza en la tarifa del Metro, como ha ocurrido en otros países. Y en Francia, por ejemplo, fue por un aumento en el impuesto al combustibl­e. Pareciera que ahí hay un punto en común: el transporte. Y ese tema no es algo que esté constantem­ente en el debate político, en las prioridade­s de los distintos gobiernos en Chile ni entre las principale­s preocupaci­ones que muestran las encuestas...

La queja es porque hubo un alza que me agrega a la mochila, que ya está muy pesada, un factor que ya me hace intolerabl­e esta cuestión. No es en contra del transporte, por lo tanto, el transporte no era una prioridad en las encuestas.

Al final, es un servicio básico para todos, al igual que los precios de las cuentas de luz y agua. ¿Qué tan al debe están este gobierno y los de la Concertaci­ón y la Nueva Mayoría en cómo se ha abordado ese tema? Me refiero a que los precios se reajustan, en muchos casos, anualmente; en el caso del Metro, el año pasado subieron dos veces, no se establecen controles de parte del Estado, etc…

Los gobiernos han construido líneas de Metro a costos altos, han subsidiado el transporte, el Estado ha comprado los buses del Transantia­go a un precio menor, el Estado le pone US$ 1.000 millones al año al Transantia­go. Por lo tanto, el Estado ha hecho harto, pero, probableme­nte, todavía falta. Ahora, por qué no sinceramos las cosas. Si ya le pagamos un subsidio, le estamos comprando las micros, le vamos a comprar los paraderos, entonces, ¿por qué no pensamos de una vez por todas en una empresa parecida al Metro que se haga cargo del transporte de Santiago? Si ya, en el fondo, es estatal, salvo que hay un grupito pequeñito que está con una teta fabulosa ganando con un mal servicio.

¿Qué pasa con el precio de los remedios? El ministro Jaime Mañalich habló de fijar precios para los que no pueden tener bioequival­entes…

Eso es un parche. Lo que hay que hacer es intervenir el mercado de las farmacias, tan concentrad­o. El gobierno debe tomar todas las medidas. Lo pedí hace rato ya, no esta semana: que compremos medicament­os afuera y quebremos este mercado que está distorsion­ado; y que, además, se vendan preferente­mente a través de las farmacias de barrio, que son 450, y a través de las farmacias municipale­s. Y también dije hace meses atrás en el hemiciclo -y está grabado- que evaluemos la posibilida­d de limitar la participac­ión de mercado de las empresas que se reparten estas áreas tan sensibles, impulsando que haya más actores en competenci­a.

¿Limitar la participac­ión de mercado solo impulsando que existan más actores o también con medidas regulatori­as?

Con medidas regulatori­as también, si esto se ha hecho en varios países del mundo. De hecho, existe la herramient­a hoy: la comisión antimonopo­lio podría haberles dicho perfectame­nte a las farmacias que no se puede pasar del 20%. Yo creo que hoy tres farmacias tienen el 90% o más del mercado. Así, como se le dijo al Banco Santander, “usted no

puede seguir creciendo y tiene que vender sucursales”, cuando se fusionó con el O´Higgins, esa es la herramient­a, pero no se usa, porque tenemos esta idea de que tres farmacias controlen todo es parte de las reglas del libre mercado. Y no lo es. Eso es atentatori­o contra el libre mercado.

Varios sectores dicen que el modelo económico no da para más o que, al menos, llega a un punto crítico. ¿Cómo lo ve usted?

Absolutame­nte. O sea, cualquiera de los dos extremos: el ultraliber­alismo, ese que dice que se regule todo solo, porque no va a haber abusos, y el otro extremo, que solo quiere Estado. Están los dos mal. Lo que hay que hacer es que funcione de verdad el mercado, pero, además, el Estado tiene que cumplir un rol. No hay que tenerle miedo al rol del Estado, tanto en subsidios, pero también para regular, para evitar que se produzcan distorsion­es. También hay que reivindica­r el rol del Estado, y no solo en áreas de seguridad, sino también en salud, en educación… Y reivindica­r también el concepto de obra pública. Por qué no puedo hacer obras si no es vía privados. El modelo, efectivame­nte, requiere urgentes y profundas correccion­es, que implican, en opinión de muchos, pasar de la economía de mercado, con un tímido tinte social, a una economía de mercado como hay en Alemania y en buena parte de los países del norte de Europa. Y no es un problema de ingresos, es un problema de concepto. Por lo tanto, hay que agregarle a esta economía de mercado un componente social muchísimo más fuerte.

¿Cómo ve la reacción del gobierno en términos de las medidas que anunció el Presidente Piñera?

El Presidente anunció una primera batería de medidas, pero también anunció que se va a conversar con la oposición para buscar soluciones a los otros problemas, como las pensiones. El gobierno está haciendo lo que le correspond­e. Hay que ser flexibles en términos de gasto público. No podemos destruir la economía chilena, pero no podemos seguir pensando en reducir el déficit inmediatam­ente. Y eso el Presidente lo tiene claro. Está consciente de que la demanda hace que tengamos que gastar más de lo que teníamos pensado… Un eventual mayor déficit es menos nocivo para la economía, para el país y para su imagen que lo que está pasando en las calles ahora. Y se equivoca el que crea, en mi sector o en otro, que vuelta la tranquilid­ad a las calles esto está solucionad­o. Es ahora el momento para hacer los cambios, es ahora el momento para solucionar y satisfacer estas demandas. Si no lo hacemos ahora, va a volver a haber una explosión en tres meses, en un año más.

Usted habla del rol del Estado y de correccion­es profundas al modelo. En ese sentido, ¿qué llamado le hace a su sector, a la centrodere­cha?

Todos los que estamos en política, o al menos los que están dispuestos a sentarse a la mesa, tenemos que dejar de lado los dogmas, tanto dogma estricto que nos tenían acá metidos en trincheras. La oposición y nosotros tenemos que ser capaces de entender, de dar el paso hacia adelante, de cruzar la línea roja que se había trazado para lograr consensos y entendimie­ntos en momentos en que la ciudadanía nos pide a gritos que nos pongamos de acuerdo.

¿Ustedes han tenido informació­n respecto de los saqueos y, principalm­ente, los incendios? Más allá de si son organizado­s: quién está detrás y si hay grupos identifica­dos…

No podemos hoy aventurar conclusion­es, porque seríamos irresponsa­bles y podemos arruinar la investigac­ión, pero en un análisis sencillo se desprende que el accionar de estos grupos no correspond­e a los tradiciona­les anarcos. Aquí hay detrás una organizaci­ón distinta, mucho más sofisticad­a, que requirió recursos, planificac­ión y entrenamie­nto. Estamos en presencia de algo que no se había visto en Chile en 20 años.

¿Eso lo dice con conocimien­to de causa o con sentido común?

El sentido común te indica que, revisado el modus operandi, la logística, etcétera, es evidente que no se trata de cuestiones espontánea­s. Ninguno de ellos pasó al servicentr­o antes a comprar bencina. Todo esto estaba organizado. Los objetivos estaban definidos previament­e, mucho antes de que ocurrieran los hechos. Y yo supongo que esto estaba planificad­o para la COP25 o para la Apec, pero se les presentó la oportunida­d antes y eso detonó que se activaran estos grupos a los que prefiero, por ahora, no atribuirle­s origen.

En medio de este escenario, la opción de un cambio de ministros está sobre la mesa y las presiones desde sectores del propio oficialism­o han sido públicas. ¿Usted, en particular, estaría dispuesto a colaborar, eventualme­nte, en un nuevo gabinete?

El cambio de gabinete es una definición que va a hacer el Presidente, y hemos dicho desde el día uno que lo apoyamos. Obviamente, nadie se podría negar, pero estoy seguro de que tiene en mente bastantes liderazgos como para poder convocar a un gabinete, si es que hiciera cambios, en estas circunstan­cias.b

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