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Convertido en una de las dianas de los cacerolazos, manifestaciones y hashtags en redes sociales, el ministro del Interior sería uno de los damnificados de un inminente cambio de gabinete. Sin embargo, sigue siendo el brazo derecho del Presidente Piñera y el hombre con quien aún consulta sus decisiones.
Para nadie hay dudas de que se va a hacer. Pero cuándo y quiénes saldrían del gobierno en un inminente cambio de gabinete, hasta ayer aún era tema de discusión y análisis. Si se impone la tesis de cambiar a todo el equipo de ministros políticos -en el oficialismo algunos ya hablan también de remover a los del área económica-, los días del sempiterno consejero y confidente que Sebastián Piñera escogió como ministro del Interior se acabarían.
Convertido en una de las dianas de los cacerolazos, manifestaciones, protestas y hashtags en redes sociales, la compleja situación de Andrés Chadwick ha llevado a que incluso en su partido, la UDI, asuman a que podría ser uno de los damnificados, pese a seguir siendo el brazo derecho del Mandatario y a quien sigue consultando sus decisiones.
En los últimos días, Chadwick ha pasado dos tercios de su tiempo en el despacho presidencial. En el oficialismo dicen que ambos tomaron la decisión de decretar el estado de emergencia la noche del viernes. “El halcón principal ha sido el Presidente”, hacen ver en el Ejecutivo, pero también resaltan que el ministro le insistió en una posición firme para defender el orden público, dado que el fuego seguía devorando estaciones del Metro.
Además de encargarse de la difícil tarea de normalizar el orden público, en su entorno dicen que todavía tiene un pie en la articulación política. En este escenario, ha conversado por teléfono con el presidente del Senado, Jaime Quintana; el presidente de la Cámara, Iván Flores; el timonel del PPD, Heraldo Muñoz, y de la DC, Fuad Chahin. Además, tiene buenos vínculos con los RD Pablo Vidal y Miguel Crispi y fue uno de los que empujó, por ejemplo, que el Congreso suspendiera el receso distrital de la semana entrante para abocarse a la agenda social que anunció el gobierno apostando a mitigar las movilizaciones.
Con todo, y pese a seguir siendo de la confianza de Piñera, los asiduos a La Moneda lo perciben golpeado. Así lo vieron especialmente en la cumbre de emergencia en que legisladores oficialistas, el Presidente y sus ministros sostuvieron en La Moneda el sábado. Ahí permaneció prácticamente callado, aseguran varios de los que estuvieron presentes.
Los que lo conocen en su partido recalcan que nunca se pudo recuperar del Caso Catrillanca. Piñera intentó empoderarlo al menos dos veces colocándolo al frente de un intento de construir acuerdos, pero eso no ha bastado para fortalecerlo al nivel en que estaba antes.
También recalcan que por muy resiliente que sea, su comparecencia del miércoles en el Congreso ha sido uno de sus momentos más complejos. El mismo edificio donde ejerció como parlamentario, ahora lo recibía con funas y pifias de sus rivales, y su intervención fue interrumpida por la trifulca entre diputadas de ambos bloques. En su alocución final, Chadwick justificó nuevamente su prioridad por la seguridad: “Debe ser nuestro deber rechazar las acciones de violencia. No fallemos en este momento que es extraordinariamente difícil, pero decisivo. La democracia no acepta ni la violencia ni el vandalismo que hemos vivido”, enfatizaba, golpeando el estrado rítmicamente con la palma de su mano izquierda.
Eso fue el miércoles, cuando la cuestión del cambio de gabinete ya se había instalado. Un día después, la alcaldesa Evelyn Matthei declaraba que al menos deberían salir ocho ministros. A estas alturas, las opiniones de la UDI respecto del futuro de su ministro eran realistas.
“Al ministro le ha tocado una pega casi imposible. Al mismo tiempo tratar de coordinar políticamente el gabinete y responder al orden público, que es la prioridad del gobierno hoy. Y además hacer frente a las legítimas y graves denuncias de abusos del uso de la fuerza por parte de Carabineros y militares. Ese equilibrio es muy difícil de lograr”, reconoce el diputado UDI Jaime Bellolio.
El expresidente gremialista Patricio Melero agrega: “Le ha tocado enfrentar la crisis más grande desde la vuelta a la democracia. Lo ha hecho con el mayor sentido político, asegurando la seguridad pública y la vuelta a la normalidad lo antes posible. Exigirle además que esto tenga expresiones políticas mayores, es algo que trasciende a su cargo y es responsabilidad del Presidente y del gobierno”.
Un amigo del ministro reconoce que “si fuera por él, tiraría la toalla ya”, pero que aún no puede hacerlo. Piñera prácticamente no ha tomado decisiones sin Chadwick -dicen en Palacio-, y con él estuvo armando el cambio de gabinete del 13 de junio, el último que hizo. Ahí, dicen que durante la última conversación para zanjar ese asunto, el Presidente dijo de repente “salgan todos” y se quedó a solas con él.
¿Lo sacará de su gobierno? Además de ser desconfiado a la hora de delegar responsabilidades y reacio a dejar caer a sus hombres de confianza, esta vez Piñera, pese a los cuestionamientos hacia él y sus colaboradores y de la crisis imperante, no tiene dramas con Chadwick. Es todo lo contrario que le pasó con Rodrigo Hinzpeter en su primer gobierno, cuya relación a nivel personal en un momento se resquebrajó.
“Andrés Chadwick es quien más se da cuenta del problema político que enfrenta el gobierno y la necesidad de entrar a una segunda etapa que tenga una proyección hacia la ciudadanía distinta. Él tiene claro el diagnóstico más que nadie. Si ha de ser protagonista o no de la segunda etapa, es algo que el Presidente tiene que ver en una mirada más amplia, que no se restringe solamente al cargo del ministro del Interior”, afirma Melero.
Pero en el gobierno también asumen que un ajuste conlleva riesgos. Uno es que un cambio de gabinete no baste para aplacar las manifestaciones y que sea un último recurso que se gaste en vano.
Otra arista que gana fuerza es a quién fichar para el nuevo equipo: la duda es si será suficiente o no traer a La Moneda nombres “del mismo clan”, como el canciller Teodoro Ribera, el senador Andrés Allamand o la alcaldesa UDI Evelyn Matthei, que la noche del jueves clamaba por buscar nombres nacidos en provincia, que no hayan estudiado “en la Chile o en la Católica” y que “tengan calle”, apuntando a figuras como Karla Rubilar o Gonzalo Blumel.
¿Lo malo? Es que no son nombres tan fogueados políticamente y el escenario no está para experimentar. Como quiera que sea, apuestan en el gobierno, el mismo Chadwick tendrá mucho que decirle a Piñera. ●