Interpelación
No voy a hablar de interpelación a ningún ministro, sino de algo personal. Quiero formular algunas preguntas sobre lo que vive Chile a mis amigos de centroizquierda (tengo pocos, pero buenos); y a muchísima gente de esa sensibilidad que he conocido en mi vida profesional y a quienes respeto y aprecio. Mi punto tiene que ver con los límites y la legitimidad de la protesta política. El tema surge cuando esta es tan masiva y al mismo tiempo se desarrolla en ciudades que viven tal violencia, que se ve afectado severamente el orden público e incluso, eventualmente, la institucionalidad democrática. Entiendo que mucha de la gente que protesta (especialmente jóvenes) no considera, en toda su magnitud, la diferencia entre pedir y tratar de lograr la renuncia de un ministro a hacerlo con el Presidente de la República. Lo primero es legítimo y propio de la democracia; lo segundo es impropio y es un acto de insurgencia contra la institucionalidad, que prevé que el Presidente terminará su mandato el día 11 de marzo de 2022. El último que no terminó su mandato según establecía la Constitución fue Salvador Allende.
Si están de acuerdo conmigo en la gravedad que tendría para Chile que ocurriera eso, los llevo entonces a considerar si es legítimo que existiendo estos niveles de violencia que ni yo ni ustedes pueden controlar, participen ustedes o alienten la participación en varios y sucesivos actos de protesta que, escapando a su voluntad, provoquen un grave perjuicio a la posibilidad de poner término a la violencia extrema. Me explico: si una masiva manifestación pacífica ocupa las calles, provoca atochamientos y atrasos graves a la circulación de buses, ambulancias y vehículos policiales que deben acudir a zonas de extrema violencia para proteger a los vecinos de esos lugares, o a supermercados y locales comerciales. ¿Aunque sea sin intención, cuánto están contribuyendo ustedes, o sus hijos y sus amigos a hacer más miserable y dura la vida de tantas personas que se ven afectadas por la violencia y a quienes justamente ustedes quieren beneficiar con su protesta? ¿Cuánto contribuye la acción de ustedes a que sea necesario mantener el toque de queda y tener a los militares en la calle más tiempo del que todos quisiéramos?
No quiero caer en la moralina, me carga; pero sí quiero invitarlos a hacer un ejercicio de honestidad intelectual planteándose estos temas. No es que quiera acallar la protesta pacífica ni neutralizar sus efectos. Está claro que el gobierno ya entendió el mensaje y creo que la mayoría de sus partidarios también. Es cierto que intensificando la protesta podrían quizás lograr algunos puntos más de su agenda, pero la pregunta es: ¿Vale la pena poner en riesgo la institucionalidad del país por eso? ¿Vale la pena prolongar el drama, la humillación y el temor a la violencia extrema en sus hogares y las agotadoras jornadas para ir y venir del trabajo de tantos compatriotas? Les pido que lo piensen. Con respeto.