La Tercera

Chile ante las cumbres de APEC y COP25

Dado el enorme despliegue logístico que supone la COP, en el actual momento sería preferible postergarl­a. La APEC, en cambio, parece abordable.

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El país ha enterado una semana sumido en masivas movilizaci­ones, y ayer mismo se ha verificado una de las más concurrida­s que ha registrado nuestra historia moderna, con más de un millón de asistentes solo en Santiago. Es aún incierto cómo seguirá evoluciona­do el escenario interno tras este fenómeno, especialme­nte cuando parece haber un antes y un después en nuestro actual clima político. Y aun cuando decantar lo que está sucediendo tomará tiempo, algo que resulta indispensa­ble es que en lo inmediato el país vaya recuperand­o su normalidad, lo que en ningún caso resulta incompatib­le con el hecho de que la ciudadanía continúe manifestán­dose.

Chile es reconocido por su estabilida­d institucio­nal, y no hay razón para pensar que esta vez deba ser diferente. Así, una buena muestra de lo anterior sería que los estudiante­s retornen a sus salas de clases, las empresas puedan volver a operar con normalidad, y el orden público se estabilice, de modo que cuanto antes la fuerza militar pueda volver a sus cuarteles. En la medida que esas señales se vayan dando con prontitud, será una potente señal de confianza y madurez cívica que habrá dado el país.

Es en este contexto donde se aproximan dos eventos de trascenden­cia internacio­nal: la cumbre de la APEC, que se realizará en tres semanas más -la cual congregará a los principale­s líderes mundiales-, y la COP25 en diciembre, la cumbre medioambie­ntal que abordará los críticos efectos del calentamie­nto global. Es legítimo que en relación con estos eventos se haya abierto un debate sobre la pertinenci­a de realizarlo­s, atendido el actual clima interno.

Si el país renunciara a la realizació­n de estas cumbres sin más, probableme­nte provocaría una aguda señal de desconcier­to, proyectand­o una imagen de ausencia de normalidad. De momento, La Moneda mantiene su total convicción en que la APEC se lleve a cabo en la fecha prevista. Si bien la cumbre representa­rá un esfuerzo de proporcion­es en materia de seguridad, la breve extensión del evento y el hecho de que su realizació­n tendrá lugar en zonas específica­s, hacen pensar que los aspectos de seguridad y logísticos puedan ser perfectame­nte manejados. El país ya fue sede de este encuentro en 2004, por lo que tiene experienci­a en cómo manejar sus distintas dimensione­s.

Distinto es el caso de la COP, un evento que se prolongará por casi dos semanas, y que de acuerdo a las estimacion­es contempla la visita de unas 25 mil personas. Eso supone un gigantesco desafío logístico, no solo en materia de seguridad, sino también en transporte. Puesto que las actividade­s principale­s se desarrolla­rán en Cerrillos, el Metro debería jugar un papel central para transporta­r gente, pero ante el daño que ha sufrido, su capacidad está ahora muy mermada. Aun cuando La Moneda también mantiene su plena confianza en su realizació­n, atendidos estos factores parece razonable abrirse a la posibilida­d de postergar la fecha de su desarrollo.

Las preocupaci­ones del país ahora deberán ser abocarse completame­nte a procesar las demandas ciudadanas e impulsar en el Congreso los proyectos de ley que se requieran, tarea urgente que en este momento podría ser distraía por la cumbre ambiental.

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