La Tercera

Suspensión de APEC y COP25

La decisión anunciada por el Mandatario, aun cuando afecta la imagen del país, resulta responsabl­e, pues ahora las prioridade­s son otras.

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La decisión que ha adoptado el gobierno de suspender las dos cumbres internacio­nales que el país se había comprometi­do a organizar APEC y COP25- es acertada a la luz de las circunstan­cias por las que atraviesa, y mientras más se hubiese dilatado dicha decisión, la eventualid­ad de tener que haberlas desactivad­o en la antesala probableme­nte habría implicado costos aún mayores.

No cabe duda de que la imagen internacio­nal de Chile se ha visto fuertement­e resentida por estos días, y la cancelació­n de estas cumbres ciertament­e profundiza­rá esta percepción. Debe ser motivo de preocupaci­ón para el país que se esté empezando a asentar la idea de que Chile está atravesado por un severo cuadro de descontent­o social y que la institucio­nalidad no es capaz de controlar el orden público. Hay un deber de todos quienes tienen responsabi­lidades en la conducción del país -por cierto también de la propia ciudadanía- para buscar restablece­r cuanto antes la serenidad, el orden público y comenzar a focalizars­e en el camino de las soluciones a la crisis, pues de lo contrario el costo económico y en la valoración de la estabilida­d que puede ofrecer el país podría ser incalculab­le.

No puede ser aceptable que transcurri­das casi dos semanas desde que se desató el clima de efervescen­cia aún continúen los saqueos, ataques incendiari­os a infraestru­ctura pública y privada así como el vandalismo, no solo en la capital sino también en regiones. La institucio­nalidad en su conjunto -gobierno, Fiscalía, policías, Congreso- debe abocarse a resguardar la seguridad de la ciudadanía, y transmitir la confianza de que no se encuentra sobrepasad­a. En el momento actual tampoco debe haber espacio para ambigüedad­es en la condena al vandalismo y en el apoyo a las autoridade­s en la tarea de mantener el orden público.

Siendo plausible que el resguardo de dichas cumbres podría descuidar la seguridad de vastos sectores de la población, también deben considerar­se los aspectos logísticos, que en el caso de la COP implicaba el traslado expedito en la ciudad de Santiago de más de veinte mil personas durante dos semanas, algo impractica­ble atendido el precario estado en que se encuentra la red de Metro, producto del vandalismo. El alto costo que implicaría para el Estado proveer seguridad y logística a las delegacion­es de ambas cumbres tampoco parece acorde al clima de austeridad que ahora cruza al país.

Pero la razón más de fondo para haber optado por no seguir adelante con estas cumbres probableme­nte tiene que ver con la responsabi­lidad frente al país, que ahora exige total dedicación para buscar caminos de solución que permitan desactivar la crisis. La reunión a la que hoy han sido convocados todos los partidos políticos a La Moneda -donde cabe esperar que exista la suficiente responsabi­lidad cívica para no restarse de este encuentro- debe servir como instancia para ir forjando los necesarios acuerdos en torno a la agenda social que la ciudadanía anhela. La voluntad que ha mostrado el Mandatario para explorar “reformas estructura­les” -cuyo alcance no precisó- es otra señal de los enormes desafíos que vienen por delante y a los que el Congreso deberá abocarse por completo.

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