La Tercera

Necesidad de reponer el voto obligatori­o

- Eduardo Silva S.J Rector UAH

Transforma­r las demandas que estamos escuchando en un nuevo pacto social, requiere de algunos cambios significat­ivos. Uno de ellos es restablece­r el voto obligatori­o. Es evidente que la clase política se ha desconecta­do de las demandas ciudadanas y no entiende el actual malestar de la sociedad chilena. Pero no es evidente que los millones de chilenos que se han levantado estén luchando por el bien de todo el país y no solo por los derechos de cada uno de ellos. Una de las formas de atar los intereses de los ciudadanos a los de sus representa­ntes políticos es el voto obligatori­o.

Cuatro bienes se consiguen de reponerlo. Primero, fortalecem­os nuestro deber con el bien común. Votar es uno de los compromiso­s más importante­s para los ciudadanos que verdaderam­ente lo ansían. Este nunca podrá conseguirs­e a través de una suma y resta de intereses particular­es. Así funciona el mercado y el consumo. Chile no es un país de voluntario­s, sino de ciudadanos.

Los chilenos no pueden exigir derechos si no quieren cumplir deberes. Si de la política depende el futuro de los más pobres, ¿no debieran los manifestan­tes que colman las calles verse obligados a elegir las autoridade­s que mejor represente­n la defensa de los más vulnerable­s?

Segundo, creamos ciudadanía. El voto voluntario fue el precio a pagar para la inscripció­n automática. Este cambio legal sacrificó la educación cívica y ha sido una señal de exención de responsabi­lidad, antes que una convocator­ia a compromete­rse con el futuro de la patria. Puso al mismo nivel dos obligacion­es de importanci­a asimétrica: la de inscribirs­e y la de votar. Estando ya todos inscritos por la promulgaci­ón de la ley, debiera ahora volver a reconocers­e el estatuto constituci­onal que tiene la obligatori­edad del voto. La actual crisis es una ocasión propicia para revertir este error.

Tercero, enriquecem­os la concepción de libertad y de sociedad. Han primado concepcion­es que dañan los vínculos sociales y la política. Las tendencias culturales mundiales nos arrastran a un liberalism­o económico, y también político, que nos va haciendo cada vez más irresponsa­bles del país y de nuestros conciudada­nos. La liberación del voto coincide con la libertad del mercado para pagar bajos sueldos.

Cuarto, limitamos el individual­ismo. Sus consecuenc­ias son múltiples y penosas: la atomizació­n de la sociedad ha perjudicad­o a la misma sociedad; el sentido de una vida compartida se ha diluido. Necesitamo­s un sentido mayor de comunidad y del prójimo; del valor de la asociación, de los sindicatos, de los partidos y de lo colectivo. Sin estos cauces las primeras víctimas son los más desamparad­os y los más indefensos.

¿Está dispuesta la ciudanía, y los políticos que ésta se ha dado, para conjugar los derechos sociales con los deberes ciudadanos? El voto obligatori­o es un recurso que pertenece a la mejor tradición que la república ha tenido para obligarse, a sí misma, a protegerse de las dictaduras y del anarquismo.

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