La Tercera

Plebiscito ya

- Carlos Ominami Economista

La crisis que enfrentamo­s es global. Es la crisis del modelo de desarrollo incapaz de asegurar dinamismo económico y una justa distribuci­ón de la riqueza; al mismo tiempo, es la crisis del sistema político, incapaz de responder a las demandas de la ciudadanía. Es más que la crisis del gobierno, es la crisis del Estado. Luego de 12 días de intensas movilizaci­ones acompañada­s de un vandalismo repudiable, con un gobierno insensible e inepto, una luz se avizora al final del túnel.

Desde la DC al Frente Amplio hay acuerdo para promover un plebiscito que permita a los chilenos decidir sobre si quieren o no dotarse de una nueva Constituci­ón y el mecanismo más idóneo para elaborarla: Congreso Nacional, Comisión de Expertos o Asamblea Constituye­nte. La idea de nueva Constituci­ón se abre tambien paso en la derecha. El diputado Desbordes, la nueva ministra Rubilar y el propio ministro del Interior, Gonzalo Blumel, se han manifestad­o dispuestos a discutir. Por su parte, los presidente­s de la Cámara y del Senado han dado formalment­e inicio al proceso constituye­nte.

Contrariam­ente al argumento con que los conservado­res se opusieron en el pasado a avanzar en esta dirección, la Constituci­ón es algo que concierne de manera muy directa a la gente puesto que se trata de la definición de las reglas que han de regir nuestra convivenci­a, de los pisos mínimos que la sociedad debe asegurarle a cualquiera por el simple hecho de ser ciudadana o ciudadano.

No hay solución progresiva a la crisis actual sin una participac­ión activa, informada y masiva de la ciudadanía. Sin ella no es posible reconstrui­r un sistema político que para ser eficaz debe ser legítimo. Llegamos a una situación extrema: con millones de personas en las calles; una ciudadanía que no le pide permiso a nadie para manifestar­se y expresar sus reivindica­ciones a veces de manera festiva pero también con furia; un gobierno desbordado que no logra comprender lo que ocurre y que con un costo demoledor en cuanto a imagen internacio­nal, tomó su primera decisión lúcida: cancelar las dos grandes conferenci­as previstas para los próximos meses, APEC y COP25.

La semana que viene puede ser decisiva respecto del rumbo del proceso. Hay que agotar los esfuerzos para que encuentre un cauce progresivo. Una convocator­ia rápida a plebiscito constituir­ía una señal poderosa de que se escuchó el clamor de la calle y que durante los próximos meses discutirem­os de cómo generar un Pacto Social que acoja las demandas de la gente.

Al final del camino, con una nueva Constituci­ón, podríamos no solo resolver la crisis y a su vez dotar a Chile, por primera vez en su historia, de un sistema de normas legítimo, emanado de la ciudadanía y no de una imposición por la fuerza, como es el caso de las tres grandes constituci­ones que nos han regido. No le tengamos miedo a la democracia.

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